Discurso pronunciado por la Exma. Sra. Presidente de la Nación, doña María Estela Martínez de Perón desde el balcón histórico de la Casa de Gobierno, con motivo de la celebración del Día de la Lealtad.
Buenos Aires, 17 de octubre de 1975.
Compañeros:
Les voy a
pedir un minuto de silencio, en memoria del Teniente General Perón y Eva Perón.
Muchas
gracias.
Muchas
gracias por esta expresión de cariño que llevaré grabada eternamente en lo más
profundo de mi corazón, porque proviene de lo mejor que tenemos: el Pueblo.
Compañeros:
Hoy hace
exactamente treinta años, el pueblo cambió de rumbo la historia argentina.
Porque el
Coronel Perón, en aquel 17 de octubre de 1945, en esa epopeya memorable, gestó
el Movimiento Nacional Justicialista.
Nadie
sospechaba que los descamisados podrían salir a ganar la calle para gritar el
nuevo nombre de la esperanza: el nombre del General Perón.
Pero ese día
llegó, como llegó también el día de hoy.
Se inició
entonces, una nueva etapa de la vida cívica argentina, con la participación
protagónica del pueblo.
Desde
entonces nuestras banderas se alzaron -sostenidas por la mayoría peronista-,
sobre todos los continentes del país. A su sombra, y con su empuje, se fue
realizando una auténtica revolución, que transformó los cimientos de la Nación.
PAUSA PARA
LA REFLEXIÓN Y LA AUTOCRÍTICA:
Hoy, a tres
décadas del memorable pronunciamiento popular, hacemos la pausa propicia para
la reflexión serena y la autocrítica constructiva.
Desde
entonces, el peronismo, en la legalidad o en la proscripción, siempre estuvo
presente en la vida nacional, como su más poderosa fuerza política.
Ello indica
compañeros que su doctrina y sus banderas interpretan el pensamiento de las
grandes mayorías argentinas.
Hace apenas
dos años, siete millones de votos se han pronunciado en el país por la doctrina
de nuestra Revolución en Paz.
Una Revolución en Paz no es corta ni fácil.
Esta idea de
la Revolución en Paz puede discutirse como teoría o puede fracasar en los
hechos. Lo que no puede hacerse es ignorarla o falsearla, cuando se ha convertido
en mandato por la libre decisión del pueblo.
El devenir
nos exige ajustar nuestras banderas de Justicia, Independencia y Soberanía, a
la nueva sociedad que el progreso y la evolución están construyendo en el mundo
y en nuestra Patria.
Somos un
movimiento de masas, con inspiración humana y cristiana, por eso mismo asumimos
la continuidad de los valores sagrados de la Tradición Nacional.
La misma
sangre patriota:
Por las
venas de peronismo corren las mismas sangres de los hombres y mujeres que
hicieron la patria entregándolo todo, sin pedir nada.
Debemos
afrontar las exigencias de la hora. Vamos a expresar nuestras banderas en
términos del diálogo y convivencia. De unidad y cohesión nacional. De Democracia
y de Derecho.
Concretaremos
así, la síntesis del pensamiento y la voluntad de los argentinos, siguiendo el
proyecto y la filosofía del General Perón.
Este breve
periodo de descanso que he tomado para reponer fuerzas, ha sido también tiempo
de meditación para una toma de conciencia efectiva del pasado inmediato, del
presente acuciante y del futuro triunfante.
Continuaremos
el diálogo con todos los sectores representativos de la vida nacional.
Ello permitirá que las medidas que se adopten, con el conocimiento de las diversas opiniones, tengan la efectividad que el pluralismo político que hemos profesado y respetado, genera en toda democracia.
Ello permitirá que las medidas que se adopten, con el conocimiento de las diversas opiniones, tengan la efectividad que el pluralismo político que hemos profesado y respetado, genera en toda democracia.
Un deber
inexcusable: luchar contra la subversión.
La base es
considerar un deber inexcusable de todo argentino, la lucha contra la
subversión, la violencia, y el terrorismo.
Esta lucha
debe ser sin distingos de ninguna clase, en todas sus expresiones y con un solo
fin, que es erradicar la reacción terrorista definitivamente, y a todos
aquellos que se quieren encaramar en el poder, usando la camiseta peronista.
La
subversión ataca, antes que nada al gobierno peronista, al que quiere desalojar
del poder. Pretende también provocar una subversión sediciosa desde arriba para
luchar así, en un mismo terreno de ilegitimidad, porque aquí, el único heredero
es el pueblo peronista.
Combatiremos
con decisión todos los grandes males que a diario atentan contra la
nacionalidad: desde la guerrilla hasta la inmoralidad.
No dejaremos
sector sin atacar ni corregir. Afrontaremos nuestra responsabilidad, sin
titubeos ni declinaciones.
Dentro del
marco de la ley y del respeto, haremos efectivo el pensamiento del Teniente General
Perón, nuestro líder, cuando dijo que “por sobre todo, debe hermanarnos la
condición de argentinos”, cualquiera fuere la militancia política, con la sola
excepción de quiénes enrolados en el terrorismo, se excluyen de la convivencia
civilizada de la paz, y del orden, con la pretensión de arrastrarnos al caos y
de algunos idiotas útiles que se prestan para que así sea.
Es por ello
que invito al pueblo argentino a participar en esta responsabilidad colectiva
para reconstruir el país, se nos exige rectificar errores.
Nos
preguntamos: ¿quiénes están exentos de ellos?
El que sea
capaz de decirlo que arroje la primera piedra.
DEFENDER LOS SALARIOS:
Se nos acusa
de tomar medidas demagógicas. Y apenas hace dos días las áreas competentes del Gobierno Nacional, juntamente con la Confederación General del Trabajo,
interpretando fiel y responsablemente la Doctrina Peronista, resolvieron que lo
más importante para los trabajadores es la defensa del poder adquisitivo de los
salarios.
Para ello es
necesario impedir que los precios sigan subiendo por el ascensor y los salarios
por la escalera, como decía el General Perón.
Por eso,
sobre todas las cosas, acentuaremos la lucha sin pausa contra el terrorismo
económico, aliado y socio de la subversión.
Hace treinta
años el pueblo se volcó en esta plaza en una jornada de lucha, no para pedir un
aumento de salarios, sino para rescatar a un líder que le había abierto las
puertas hacia su propia dignidad, hacia su condición de dueño y artífice de su
propio destino, hacia la verdadera y propia libertad.
Esto y no
otra cosa salimos a defender en 1945.
Esto y no
otra cosa continuaremos defendiendo cada 17 de octubre.
Pido al
pueblo peronista especial énfasis en el cumplimiento de nuestras
responsabilidades.
Tenemos que
recorrer todavía un camino muy arduo y es deber de todos hacerlo solidariamente
unidos.
A los
dirigentes peronistas les exhorto a obrar con sensatez y disciplina. Les
recuerdo que nuestro principal deber es mantener la unidad de nuestra fuerza e
impedir que nada ni nadie pueda destruir el Movimiento Nacional Justicialista.
Reitero que
el Partido Justicialista se va a reorganizar libre y democráticamente, acatando
las decisiones de las bases.
No habrá en
la reorganización ni hijos ni entenados, y el afiliado será el único juez de
los méritos y los títulos de quienes se postulen para dirigentes.
LAS FUERZAS
ARMADAS Y EL JUSTICIALISMO:
Expreso la
solidaridad del Movimiento Nacional Justicialista con las Fuerzas Armadas y de
seguridad, en esta lucha decidida contra la delincuencia subversiva.
Sus muertos,
son nuestros muertos y son el testimonio de que jamás traicionaremos nuestros
destinos.
A las
fuerzas empresarias les exhorto a armonizar sus legítimos intereses con las
necesidades de la coyuntura económica y social, con la convicción de que la
grandeza del país es un objetivo comunitario de primer orden.
En medio de
la recesión mundial, la argentina quiere seguir creciendo sin renunciar nunca
al pleno empleo y manteniendo el principio de su independencia económica.
A todos les
pido, en nombre del General Perón –que tantas veces habló desde esta histórica
plaza de mayo-, productividad, trabajo y disciplina social, en un clima de paz
y respeto a los derechos y a la personalidad de cada uno.
RESTAURAR EL
ORDEN SOCIAL
Apoyados en
la restauración de este orden social, dinamizaremos la economía para ponerla al
servicio del pueblo del país.
Con estas
palabras, que traducen el pensamiento del General Perón, expresadas tantas veces
–como dije recién-, en sus discursos magistrales y en las cátedras que
dictara-, renuevo las esperanzas que encendieron la vida de Eva Perón, la gran
heroína del 17 de octubre, y entiendo así haber concretado el homenaje que
merece esta celebración.
Ellos
vivieron para la Patria y para su Pueblo. Vivamos también nosotros para la
patria y para el pueblo, que tanto se lo merece.
A los
compañeros presentes, les repito mi cariño, mi solidaridad de todas las horas,
y les prometo mantener en alto nuestras banderas.
Los abrazo
con el cariño más enorme y más profundo, y les digo a todos, en este momento
tan importante y tan grande para los peronistas: ¡Señor Dios, bendice al
pueblo! Y yo los saludos diciendo ¡Presente, mi General!
Les pido por
favor, como es norma de nuestras filas, que nos retiremos tranquilos, en paz y
en orden, como siempre lo hemos hecho, dando ejemplo justicialista.
Muchas
gracias.