En
este ensayo, escrito para conmemorar el bimilenario de la muerte de Horacio,
utiliza el Dr. Disandro una imagen biológica, complexión precisamente,
para referirse a la obra del gran poeta romano, concebida entonces como un
organismo viviente, la disposición de cuyos libros, zonas o plexos fue
personalmente ordenada para su publicación por el propio poeta. Distingue así
tres niveles principales, cada uno connotado por el término latino res,
que culminan en la res lyrica de las Odas, concebida por el encantador
poeta como una corona, que después de haber asumido la entrañable cotidianeidad
así de las cosas rusticas o urbanas como de los hombres, se eleva sin embargo
hasta la altura divina de los astros.
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