COPLAS DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL
Compañía, compañía,
compañía de Jesús,
te está llegando el
minuto
que será como un
alud.
Pasarán tus
oropeles,
tu mentida
condición,
no te valdrán tus
poderes,
tus negocios de
ocasión.
En América
engañaste
al rey, tu noble
señor,
y dijiste que
empeñabas
palabra en
revolución.
Cuando llegó la
batalla
para ser la gran
Nación,
dijiste que te
inclinabas
por salvar la
tradición.
Y ahora que nos
agobia
una dura coalición,
dices que es bueno
que cambie
el signo de la
Nación.
Que en tiempos de
ecumenismo
hay que vivir a
favor
de los sinarcas que
mandan
el cambio y la
integración.
En América
engañaste
al Papa, noble
doctor,
y a sus obispos que
hablaban
la voz de Nuestro
Señor.
Dijiste que no
regían
tu privilegio de
pro,
y que era tu
privilegio
no mostrar tu
condición.
Cambiaste los
catecismos
para el indio sin
favor,
querías regir las
almas
en osada
corrupción.
Toleraste culto al
diablo,
para colmar tu
pasión;
no hubo Papa que te
hiciera
abandonar tu
ambición.
Mercaste contra tu
rey,
contra los criollos
sufridos;
para escudarte con
tino
hablaste de sacra
ley.
Y ahora que nos
corrompe
un falso papa, te
riges
por su moción de
sinarca
y su ley de
corrupción.
Te olvidaste del
rigor,
y te has hecho
mundo, lista
para bailar
cualquier danza
con que hundir la
tradición.
En estas coplas tan
breves,
está tu siniestra
historia,
lo blanco es negro
si quieres,
lo inicuo justo en
tu ver.
Pero olvidaste que
un día
Clemente catorce
vio
el fondo de tu
sentina,
colmada de gran
hedor.
Blanqueada estaba
con maña,
con fuerza de tanto
empeño:
era sepulcro de un
dueño
tenido por gran
doctor.
Clemente catorce
vio
y con digna pluma
firme
para escarmiento
del crimen
con grandeza te
abolió.
Olvidaste que en el
año
que cuenta sesenta
y siete,
vino un Carlos que
era rey
y decretó tu
expulsión.
Ya llegará el
gobernante
que cumplirá la
misión:
abatir la Compañía
para fundar la
nación.
Ya llegará Santo
Padre
que se acuerde de
sus hijos,
que no tolere el
veneno
de tus teólogos
ladinos.
Y que inclinado a
la acción
para que crezcan
los santos,
con figura de su
anillo
decretará tu
extinción.
Abolida Compañía,
vives de sombras
siniestras,
ni el nombre con
que te yergues
existe más que en
ficción.
Pero es tu dura
cerviz
la que afirma lo
contrario:
no ser equivale a
ser,
feo y hermoso se
igualan.
No te han de valer
tus mañas,
aquí se trata de
hacer
lo que Clemente ha
mandado
y aniquilar tu
poder.
LAUS DEO
Publicado en La
Hostería Volante , Año 12, Nº 25, La Plata, junio 1970. Páginas 16 a
19
bajo el título Cancionero de "La Montonera" y el subtítulo Coplas
de la Independencia Nacional.