lunes, 30 de abril de 2012

CURIOSIDADES DE LA MARCHA PERONISTA



Las estrofas resaltadas son las únicas que se entonan. Es muy interesante constatar las cuestiones abordadas en las estrofas que fueron desechadas y el rudo lenguaje que utilizan.





 Los muchachos peronistas
Por Oscar Ivanissevich
Los muchachos peronistas
todos unidos triunfaremos
y como siempre daremos
un grito de corazón
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Por ese gran argentino
que se supo conquistar
a la gran masa del pueblo
combatiendo al capital.

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

Imitemos el ejemplo
de ese varón argentino
y siguiendo su camino
gritemos de corazón
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Porque la Argentina grande
con que San Martín soñó
es la realidad efectiva
que debemos a Perón.

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

Después de haber libertado
a toda la economía
gritamos soberanía
con fundamento y razón
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Porque las Islas Malvinas
y el Antártico Sector
Son netamente argentinos
aunque nos digan que no.

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

El pueblo está reclamando
con angustia y con razón.
que le voten enseguida
La nueva Constitución
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Con los principios sociales
que Perón ha establecido
el pueblo entero está unido
y grita de corazón
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Por ese gran argentino
que trabaja sin cesar,
para que reine en el pueblo
el amor y la igualdad

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

Porque sabe que oligarcas
y el capital extranjero
están tramando de nuevo
la contra-Revolución

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

Los asesinos de ahora
enemigos y traidores
contra los trabajadores
organizan la traición
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Porque el extranjero espera
que cuando caiga Perón
otra vez él será el dueño
de toda nuestra nación

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.

Antes que nos haga esclavos
la oligarquía derrotada
le daremos la patada
sin ninguna compasión
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

Por eso se junta el pueblo
en la plaza principal
¡para vivar a su Jefe
que ya es gloria nacional!

Perón, Perón, qué grande sos
Mi general, cuánto valés
Perón, Perón, gran conductor
sos el primer trabajador.








La Marcha. Un viaje al primer peronismo.

jueves, 26 de abril de 2012

EL JESUITA





¿Qué es el jesuita? -Bolívar
preguntó una vez a Olmedo-
Es el crimen, el enredo;
es el que da al pueblo acíbar
envuelto en sabroso almíbar.
El inmortal Andrés Bello
estaba poniendo un sello
a una carta a San Martín,
y dijo con retintín:
-¿el jesuita...? Lo dice ello.

Bien: ahora hablaré yo.
Juzga después, lector, tu;
el jesuita es Belcebú,
que del Averno salió.
¿Vencerá el Progreso? ¡No!
¿Su poder caerá? ¡Oh, sí!
Odieme él que quiera a mí;
pero nunca tendrá vida
la sotana carcomida
de estos endriagos aquí.

Rubén Darío





OBRAS COMPLETAS, Ediciones Anaconda, 1949, Buenos Aires.
 "Poemas de Juventud" (Selección) 1881-1885; página 34.
Publicado en La Hostería Volante Nº 42,
 Órgano del pensar americano para una cultura humanística y política, americana, noviembre de 1994. pág. 12


miércoles, 18 de abril de 2012

INVOCACIÓN



MARIA


En súbito fulgor, un solo rayo

piedad de las estrellas que coronan

tu gloria sin ocaso;

un soplo apenas coaligado

con el aire en un vuelo que doblegue

la diáfana distancia entre tus labios

y la dura raíz de esta palabra;

un solo pliegue de tu manto,

si se inclina en la lumbre de la aurora,

al avanzar el pie como si hubiera

el leve asombro de una herida

para gloria del mundo,

caería la thora que gobierna,

la carne de la thora,

y estaría otra vez en la bandera

el celeste fulgor de tu memoria.



El aire alado arrojaría

este aliento rojizo a lo profundo

del Atlántico argentino,

y el fervor de las aguas, removidas,

al inundar las urbes llevaría

la frescura del soplo; y en los Andes

la nieve abierta a tu pureza

encendería toda la llanura.

La lumbre, amiga de tu manto,

donde el orbe se acoge cuando rompe

la dura esclavitud y cuando sube

en la entraña sagrada de tu acento,

traería en la música del fuego

el antiguo fervor de tus coloquios.



Pero en las sombras, ay, de la Argentina

-en el agua, en el monte y en la aurora- 

no crece ya ni el brío de la lanza

con que alzaron el cielo de la patria

los rudos montoneros,

ni se calla el rugido

de la antigua serpiente recobrada.

Para mover el pie que incline el manto

tú esperas -como un brote

en el dorado linde de la tierra-

un varón sin codicia:

que vuelva del desierto, y en las ruinas

de tus viejas ciudades

erija el tronco de tu lumbre

y profiera justicia, que custodie

la sangre de los justos.



Tu retienes el aire

por la esfera del alba que se duele

sin ver el mediodía;

el aire amado de tu nombre

pasará como un viento, si se humilla

un justo que te vea entre las ruinas

como un lejano rostro, o como un nimbo

de antiguas teofanías, y que en el fuego

separe de las llamas

su imperio fundador y su nativo


reino celeste, reino sustentado

en el nutricio son de tu magnificat.



Recógese en la estrella

-allende el puro asiento de los ángeles,

allende la prisión con que el maligno

subyuga el cosmos, reino primitivo

de su altísima belleza-

la límpida victoria de tu acento.

Y en esa fuente mana

la clarísima lumbre, el rayo oculto

que ha vencido al oscuro; y en la espera

de un varón argentino se ilumina

en un fulgor de espada, verbo o sangre.



El dragón, luminoso y violento

erguida su cabeza rumorosa

en el puerto nefando,

riberas antaño de tu imperio,

empuja con sus fuegos al exilio

los hijos de tu historia,

acunada en carretas misioneras;

y en el cóncavo abrigo de tu manto

abierto como un vuelo

de nítida paloma en la mañana

en que nació la patria,

congréganse los justos y los píos;

los humildes, hambrientos de justicia,

de pan que no los envilece:

de una palabra que los funde

en el sagrado espacio de tu gloria.



En el rumor de voces argentinas

que lloran la bandera victoriosa,

hay algo de tu soplo;

en el llanto del justo

que detiene los juegos de la bestia

y que custodia el alma de la patria

hay algo del fulgor de tus estrellas;

y en el doblado torso que se inclina,

-la frente en la dulcísima llanura

colmada de simientes convertidas

en granos de tu gloria-

hay algo del pliegue de tu manto,

cuando tu pie, el pie con que ascendiste

sobre las nubes y los ángeles,

asume el mundo con su huella.



Y en este soplo de los hombre,

imagen de tu soplo;

en este ardor que vence sin codicia,

como tus lágrimas y gestos;

en este pliegue vivo de la carne,

caído sobre el suelo de la patria,

elévase la cumbre de un llamado,

el purísimo don de un grito antiguo,

herencia de tus límpidas edades,

en la súplica: SALVANOS MARÍA.


 Carlos Alberto Disandro

Publicado en la revista La Hostería Volante Nº 51. Abril de 2003

PORQUÉ ME CONVERTÍ AL CATOLICISMO



Por G. K. Chesterton



Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema "por qué soy católico" es muy distinto del problema "por qué me convertí al catolicismo". Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después... Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma.

Todas son también tan numerosas y tan distintas las unas de las otras, que, al cabo, el motivo originario y primordial puede llegar a parecernos casi insignificante y secundario. La "confirmación" de la fe, vale decir, su fortalecimiento y afirmación, puede venir, tanto en el sentido real como en el sentido ritual, después de la conversión. El convertido no suele recordar más tarde de qué modo aquellas razones se sucedían las unas a las otras. Pues pronto, muy pronto, este sinnúmero de motivos llega a fundirse para él en una sola y única razón.

Existe entre los hombres una curiosa especie de agnósticos, ávidos escudriñadores del arte, que averiguan con sumo cuidado todo lo que en una catedral es antiguo y todo lo que en ella es nuevo. Los católicos, por el contrario, otorgan más importancia al hecho de si la catedral ha sido reconstruida para volver a servir como lo que es, es decir, como catedral.
¡Una catedral! A ella se parece todo el edificio de mi fe; de esta fe mía que es demasiado grande para una descripción detallada; y de la que, sólo con gran esfuerzo, puedo determinar las edades de sus distintas piedras.

A pesar de todo, estoy seguro de que lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que, en el fondo, debería más bien haberme apartado de él. Estoy convencido también de que varios católicos deben sus primeros pasos hacia Roma a la amabilidad del difunto señor Kensit.

El señor Kensit, un pequeño librero de la City, conocido como protestante fanático, organizó en 1898 una banda que, sistemáticamente, asaltaba las iglesias ritualistas y perturbaba seriamente los oficios. El señor Kensit murió en 1902 a causa de heridas recibidas durante uno de esos asaltos. Pronto la opinión pública se volvió contra él, clasificando como "Kensitite Press" a los peores panfletos antirreligiosos publicados en Inglaterra contra Roma, panfletos carentes de todo juicio sano y de toda buena voluntad.

Recuerdo especialmente ahora estos dos casos: unos autores serios lanzaban graves acusaciones contra el catolicismo, y, cosa curiosa, lo que ellos condenaban me pareció algo precioso y deseable.

En el primer caso —creo que se trataba de Horton y Hocking— se mencionaba con estremecido pavor, una terrible blasfemia sobre la Santísima Virgen de un místico católico que escribía: "Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella, hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento". Esto me sobresaltó como un son de trompeta y me dije casi en alta voz: "¡Qué maravillosamente dicho!" Me parecía como si el inimaginable hecho de la Encarnación pudiera con dificultad hallar expresión mejor y más clara que la sugerida por aquel místico, siempre que se la sepa entender.

En el segundo caso, alguien del diario "Daily News" (entonces yo mismo era todavía alguien del "Daily News"), como ejemplo típico del "formulismo muerto" de los oficios católicos, citó lo siguiente: un obispo francés se había dirigido a unos soldados y obreros cuyo cansancio físico les volvía dura la asistencia a Misa, diciéndoles que Dios se contentaría con su sola presencia, y que les perdonaría sin duda su cansancio y su distracción. Entonces yo me dije otra vez a mi mismo: "¡Qué sensata es esa gente! Si alguien corriera diez leguas para hacerme un gusto a mi, yo le agradecería muchísimo, también, que se durmiera enseguida en mi presencia".

Junto con estos dos ejemplos, podría citar aún muchos otros procedentes de aquella primera época en que los inciertos amagos de mi fe católica se nutrieron casi con exclusividad de publicaciones anticatólicas.

Tengo un claro recuerdo de lo que siguió a estos primeros amagos. Es algo de lo cual me doy tanta más cuenta cuanto más desearía que no hubiese sucedido. Empecé a marchar hacia el catolicismo mucho antes de conocer a aquellas dos personas excelentísimas a quienes, a este respecto, debo y agradezco tanto: al reverendo Padre John O'Connor de Bradford y al señor Hilaire Belloc; pero lo hice bajo la influencia de mi acostumbrado liberalismo político; lo hice hasta en la madriguera del "Daily News".

Este primer empuje, después de debérselo a Dios, se lo debo a la historia y a la actitud del pueblo irlandés, a pesar de que no hay en mí ni una sola gota de sangre irlandesa. Estuve solamente dos veces en Irlanda y no tengo ni intereses allí ni sé gran cosa del país. Pero ello no me impidió reconocer que la unión existente entre los diferentes partidos de Irlanda se debe en el fondo a una realidad religiosa; y que es por esta realidad que todo mi interés se concentraba en ese aspecto de la política liberal.

Fui descubriendo cada vez con mayor nitidez, enterándome por la historia y por mis propias experiencias, cómo, durante largo tiempo se persiguió por motivos inexplicables a un pueblo cristiano, y todavía sigue odiándosele.

Reconocí luego que no podía ser de otra manera, porque esos cristianos eran profundos e incómodos como aquellos que Nerón hizo echar a los leones.
Creo que estas mis revelaciones personales evidencian con claridad la razón de mi catolicismo, razón que luego fue fortificándose. Podría añadir ahora cómo seguí reconociendo después, que a todos los grandes imperios, una vez que se apartaban de Roma, les sucedía precisamente lo mismo que a todos aquellos seres que desprecian las leyes o la naturaleza: tenían un leve éxito momentáneo, pero pronto experimentaban la sensación de estar enlazados por un nudo corredizo, en una situación de la que ellos mismos no podían librarse. En Prusia hay tan poca perspectiva para el prusianismo, como en Manchester para el individualismo manchesteriano.

Todo el mundo sabe que a un viejo pueblo agrario, arraigado en la fe y en las tradiciones de sus antepasados, le espera un futuro más grande o por lo menos más sencillo y más directo que a los pueblos que no tienen por base la tradición y la fe. Si este concepto se aplicase a una autobiografía, resultaría mucho más fácil escribirla que si se escudriñasen sus distintas evoluciones; pero el sistema sería egoísta. Yo prefiero elegir otro método para explicar breve pero completamente el contenido esencial de mi convicción: no es por falta de material que actúo así, sino por la dificultad de elegir lo más apropiado entre todo ese material numeroso. Sin embargo trataré de insinuar uno o dos puntos que me causaron una especial impresión.

Hay en el mundo miles de modos de misticismo capaces de enloquecer al hombre. Pero hay una sola manera entre todas de poner al hombre en un estado normal. Es cierto que la humanidad jamás pudo vivir un largo tiempo sin misticismo. Hasta los primeros sones agudos de la voz helada de Voltaire encontraron eco en Cagliostro. Ahora la superstición y la credulidad han vuelto a expandirse con tan vertiginosa rapidez, que dentro de poco el católico y el agnóstico se encontrarán lado a lado. Los católicos serán los únicos que, con razón, podrán llamarse racionalistas. El mismo culto idolátrico por el misterio empezó con la decadencia de la Roma pagana a pesar de los "intermezzos" de un Lucrecio o de un Lucano.

No es natural ser materialista ni tampoco el serlo da una impresión de naturalidad. Tampoco es natural contentarse únicamente con la naturaleza. El hombre, por lo contrario, es místico. Nacido como místico, muere también como místico, sobre todo si en vida ha sido un agnóstico. Mientras que todas las sociedades humanas consideran la inclinación al misticismo como algo extraordinario, tengo yo que objetar, sin embargo, que una sola sociedad entre ellas, el catolicismo, tiene en cuenta las cosas cotidianas. Todas las otras las dejan de lado y las menosprecian.

Un célebre autor publicó una vez una novela sobre la contraposición que existe entre el convento y la familia (The Cloister and the hearth). En aquel tiempo, hace 50 años, era realmente posible en Inglaterra imaginar una contradicción entre esas dos cosas. Hoy en día, la así llamada contradicción, llega a ser casi un estrecho parentesco. Aquellos que en otro tiempo exigían a gritos la anulación de los conventos, destruyen hoy sin disimulo la familia. Este es uno de los tantos hechos que testimonian la verdad siguiente: que en la religión católica, los votos y las profesiones más altas y "menos razonables" —por decirlo así— son, sin embargo, los que protegen las cosas mejores de la vida diaria.

Muchas señales místicas han sacudido el mundo. Pero una sola revolución mística lo ha conservado: el santo está al lado de lo superior, es el mejor amigo de lo bueno. Toda otra aparente revelación se desvía al fin hacia una u otra filosofía indigna de la humanidad; a simplificaciones destructoras; al pesimismo, al optimismo, al fatalismo, a la nada y otra vez a la nada; al "nonsense", a la insensatez.

Es cierto que todas las religiones contienen algo bueno. Pero lo bueno, la quinta esencia de lo bueno, la humildad, el amor y el fervoroso agradecimiento "realmente existente" hacia Dios, no se hallan en ellas. Por más que las penetremos, por más respeto que les demostremos, con mayor claridad aún reconoceremos también esto: en lo más hondo de ellas hay algo distinto de lo puramente bueno; hay a veces dudas metafísicas sobre la materia, a veces habla en ellas la voz fuerte de la naturaleza; otras, y esto en el mejor de los casos, existe un miedo a la Ley y al Señor.

Si se exagera todo esto, nace en las religiones una deformación que llega hasta el diabolismo. Sólo pueden soportarse mientras se mantengan razonables y medidas. Mientras se estén tranquilas, pueden llegar a ser estimadas, como sucedió con el protestantismo victoriano. Por el contrario, la más alta exaltación por la Santísima Virgen o la más extraña imitación de San Francisco de Asís, seguirían siendo, en su quintaesencia, una cosa sana y sólida. Nadie negará por ello su humanismo, ni despreciará a su prójimo. Lo que es bueno, jamás podrá llegar a ser DEMASIADO bueno. Esta es una de las características del catolicismo que me parece singular y universal a la vez.

Esta otra la sigue:
Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo. El otro día, Bernard Shaw expresó el nostálgico deseo de que todos los hombres vivieran trescientos años en civilizaciones más felices. Tal frase nos demuestra cómo los santurrones sólo desean —como ellos mismos dicen— reformas prácticas y objetivas.

Ahora bien: esto se dice con facilidad; pero estoy absolutamente convencido de lo siguiente: si Bernard Shaw hubiera vivido durante los últimos trescientos años, se habría convertido hace ya mucho tiempo al catolicismo. Habría comprendido que el mundo gira siempre en la misma órbita y que poco se puede confiar en su así llamado progreso. Habría visto también cómo la Iglesia fue sacrificada por una superstición bíblica, y la Biblia por una superstición darwinista. Y uno de los primeros en combatir estos hechos hubiera sido él. Sea como fuere, Bernard Shaw deseaba para cada uno una experiencia de trescientos años. Y los católicos, muy al contrario de todos los otros hombres, tienen una experiencia de diecinueve siglos. Una persona que se convierte al catolicismo, llega, pues, a tener de repente dos mil años.

Esto significa, si lo precisamos todavía más, que una persona, al convertirse, crece y se eleva hacia el pleno humanismo. Juzga las cosas del modo como ellas conmueven a la humanidad, y a todos los países y en todos los tiempos; y no sólo según las últimas noticias de los diarios. Si un hombre moderno dice que su religión es el espiritualismo o el socialismo, ese hombre vive íntegramente en el mundo más moderno posible, es decir, en el mundo de los partidos.

El socialismo es la reacción contra el capitalismo, contra la insana acumulación de riquezas en la propia nación. Su política resultaría del todo distinta si se viviera en Esparta o en el Tíbet. El espiritualismo no atraería tampoco tanto la atención si no estuviese en contradicción deslumbrante con el materialismo extendido en todas partes. Tampoco tendría tanto poder si se reconocieran más los valores sobrenaturales.

Jamás la superstición ha revolucionado tanto el mundo como ahora. Sólo después que toda una generación declaró dogmáticamente y una vez por todas, la IMPOSIBILIDAD de que haya espíritus, la misma generación se dejó asustar por un pobre, pequeño espíritu. Estas supersticiones son invenciones de su tiempo —podría decirse en su excusa—. Hace ya mucho, sin embargo, que la Iglesia Católica probó no ser ella una invención de su tiempo: es la obra de su Creador, y sigue siendo capaz de vivir lo mismo en su vejez que en su primera juventud: y sus enemigos, en lo más profundo de sus almas, han perdido ya la esperanza de verla morir algún día.

POEMAS

Gilbert Keith Chesterton




The Skeleton

Chattering finch and water-fly
Are not merrier than I;
Here among the flowers I lie
Laughing everlastingly.
No; I may not tell the best;
Surely, friends, I might have guessed
Death was but the good King's jest,
It was hid so carefully.

El esqueleto

El pinzón que parlotea y la brisa 
No son más felices que yo; 
Aquí yazco entre flores  
Con mi eterna risa. 
No; para nada cómodamente;  
Aunque claro, amigos, por pensar de prisa  
No supuse la muerte, que el buen rey  
Ocultó como broma… cuidadosamente.

Gold Leaves

Lo! I am come to autumn,
When all the leaves are gold;
Grey hairs and golden leaves cry out
The year and I are old.
In youth I sought the prince of men,
Captain in cosmic wars,
Our Titan, even the weeds would show
Defiant, to the stars.
But now a great thing in the street
Seems any human nod,
Where shift in strange democracy
The million masks of God.
In youth I sought the golden flower
Hidden in wood or wold,
But I am come to autumn,
When all the leaves are gold.

Hojas de oro

¡Hey! Vengo al otoño,
Cuando todas las hojas de oro son;
Cabellos grises y hojas doradas se lamentan
Somos viejos el año y yo.
En la juventud busqué al príncipe de los hombres,
Capitán de guerras cósmicas,
Nuestro Titán; las cizañas se mostraban
Desafiantes, incluso a las estrellas.
Hoy, cualquier cosa grandota de la calle
Merece una reverencia humana,
Que se trueca en extraña democracia:
Millones de máscaras de Dios.
En la juventud busqué la flor dorada
Escondida en bosques y hondonadas,
Pero llego al otoño,
Cuando las hojas todas de oro son.

The Song of Right and Wrong

Feast on wine or fast on water
And your honour shall stand sure,
God Almighty's son and daughter
He the valiant, she the pure;
If an angel out of heaven
Brings you other things to drink,
Thank him for his kind attentions,
Go and pour them down the sink.
Tea is like the East he grows in,
A great yellow Mandarin
With urbanity of manner
And unconsciousness of sin;
All the women, like a harem,
At his pig-tail troop along;
And, like all the East he grows in,
He is Poison when he's strong.
Tea, although an Oriental,
Is a gentleman at least;
Cocoa is a cad and coward,
Cocoa is a vulgar beast,
Cocoa is a dull, disloyal,
Lying, crawling cad and clown,
And may very well be grateful
To the fool that takes him down.
As for all the windy waters,
They were rained like tempests down
When good drink had been dishonoured
By the tipplers of the town;
When red wine had brought red ruin
And the death-dance of our times,
Heaven sent us Soda Water
As a torment for our crimes.

Canción de lo acertado y lo erróneo

Fiesta en vino o fasto en agua
Su honor permanecerá incólume.
El hijo y la hija del Dios Omnipotente,
Él, valiente, ella, pura;
Si un ángel del cielo
Te trajera otras cosas para beber,
La agradecerías sus amables atenciones,
E irías y las vaciarías bajo la sentina.
El té es como el Este que crece en él,
Un gran mandarín amarillo
Con reglas de urbanidad
E inconsciencia del pecado;
Todas las mujeres, como un harén,
Como colas de cerdo en tropel;
Y, como todo el Este que crece en él,
Cuando se fortalece, veneno se vuelve.
Aunque oriental, el té
Es un caballero al menos;
El cacao es sinvergüenza y cobarde,
El cacao es una bestia común,
El cacao es sombrío, desleal,
Allí se queda, arrastrándose el desvergonzado,
Haciéndose el payaso,
Y puede que le agradezca
Al tonto que lo toma.
En cuanto a las aguas huracanadas,
Que llovieron como tempestades
Cuando deshonraron las buenas bebidas
De los bebedores del pueblo;
Cuando el vino tinto trajo la ruina roja
Y la danza de la muerte de nuestros tiempos,
El cielo nos envió Agua que Refresca
Como tormento para nuestros crímenes.

Wine and Water

Old Noah he had an ostrich farm and fowls
on the largest scale,
He ate his egg with a ladle in a egg-cup big as a pail,
And the soup he took was Elephant Soup and fish
he took was Whale,
But they all were small to the cellar he took when
he set out to sail,
And Noah he often said to his wife when he sat down to dine,
"I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine".
The cataract of the cliff of heaven fell blinding off
the brink
As if it would wash the stars away as suds go down
a sink,
The seven heavens came roaring down for the throats of hell to drink,
And Noah he cocked his eye and said, "It looks like rain, I think,
The water has drowned the Matterhorn as deep as
a Mendip mine,
But I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine".
But Noah he sinned, and we have sinned; on tipsy feet we trod,
Till a great big black teetotaller was sent to us for
a rod,
And you can't get wine at a P.S.A., or chapel,
or Eisteddfod,
For the Curse of Water has come again because
of the wrath of God,
And water is on the Bishop's board and the Higher Thinker's shrine,
But I don't care where the water goes if it doesn't
get into the wine.

Agua y vino

El viejo Noé tenía una granja de avestruces y aves
a gran escala,
Comió su huevo —que estaba en una copa grande como cubo— con un cucharón,
Y la sopa que tomó era sopa de elefante y el pescado que comió era de ballena,
Pero cuando inició su travesía todos eran pequeñuelos en el sótano.
Frecuentemente, cuando se sentaban a cenar, Noé decía a su esposa:
"El agua sólo me importa si va al vino".
Desde el precipicio celestial se desbordó la catarata
y no dejaba ver,
Como si lavara las estrellas, igual que la espuma bajo un fregadero,
Los siete cielos, rugientes, descendieron
para que bebieran los cogotes del infierno,
Y Noé guiñó su ojo y dijo: "parece lluvia, creo,
El agua ha inundado el Monte Cervino igual
que la mina de Mendip,
Pero no me importa a donde vaya el agua si no va
al vino".
Noé pecó, pecamos nosotros también; caminamos con pasos de embriaguez,
Hasta que nos enviaron un gran abstemio negro como cetro,
Y ya no se puede conseguir vino en P. S. A., en una capilla o en Eisteddfod,
Y, para Maldición del Agua, de nuevo ha llegado
por la ira de Dios,
Y el agua está en la mesa del obispo y en el altar
del Más Elevado Pensador,
Pero no me importa a donde vaya el agua si no va
al vino.

The song of the strange ascetic

If I had been a Heathen,
I'd have praised the purple vine,
My slaves should dig the vineyards,
And I would drink the wine.
But Higgins is a Heathen,
And his slaves grow lean and grey,
That he may drink some tepid milk
Exactly twice a day.
If I had been a Heathen,
I'd have crowned Neaera's curls,
And filled my life with love affairs,
My house with dancing girls;
But Higgins is a Heathen,
And to lecture rooms is forced,
Where his aunts, who are not married,
Demand to be divorced.
If  I had been a Heathen,
I'd have sent my armies forth,
And dragged behind my chariots
The Chieftains of the North.
But Higgins is a Heathen,
And he drives the dreary quill,
To lend the poor that funny cash
That makes them poorer still.
If I had been a Heathen,
I'd have piled my pyre on high,
And in a great red whirlwind
Gone roaring to the sky;
But Higgins is a Heathen,
And a richer man than I:
And they put him in an oven,
Just as if he were a pie.
Now who that runs can read it,
The riddle that I write,
Of why this poor old sinner,
Should sin without delight-
But I, I cannot read it
(Although I run and run),
Of them that do not have the faith,
And will not have the fun.

Canto de la extraña ascesis

Si hubiese sido pagano,
Habría ensalzado la vid purpúrea,
Mis esclavos habrían labrado los viñedos
Y yo bebería vino.
Pero Higgins es el pagano,
Y sus esclavos crecen famélicos y encanecen;
Quizás él pueda beber un poco de leche tibia
Unas dos veces al día.
Si hubiese sido pagano,
Habría coronado los rizos de Neaera,
Y colmado mi vida de aventuras amorosas
Y mi casa con muchachas que bailan;
Pero Higgins es el pagano,
Y diserta a fuerzas en sus aposentos,
Donde sus tías que no están casadas
Exigen divorciarse.
Si hubiese sido pagano,
Habría enviado mis ejércitos por delante,
Y por la retaguardia arrastraría
A los Jefes del Norte.
Pero Higgins es el pagano,
Y esgrime con pesar la pluma,
Para prestar a los pobres dinero divertido
Lo que lo hace aún más pobre.
Si hubiese sido pagano,
Habría colocado mi pira en lo alto,
Y un gran torbellino rojo
Rugiendo se iría al cielo;
Pero Higgins es el pagano,
Y es más rico que yo:
Pero ellos son los que lo pusieron en un horno,
Como si fuera un pastel.
Ahora quien corra por ahí puede leer
El enigma que escribo,
De por qué este pobre viejo pecador
Debe pecar sin deleite.
Sin embargo yo, yo no puedo leerlo
(Por más que corro y corro),
Pues ellos carecen de fe
Y nunca se divertirán.

The Sword of Suprise

Sunder me from my bones, O sword of God
Till they stand stark and strange as do the trees;
That I whose heart goes up with the soaring woods
May marvel as much at these.
Sunder me from my blood that in the dark
I hear that red ancestral river run
Like branching buried floods that find the sea
But never see the sun.
Give me miraculous eyes to see my eyes
Those rolling mirrors made alive in me
Terrible crystals more incredible
Than all the things they see
Sunder me from my soul, that I may see
The sins like streaming wounds, the life's brave beat
Till I shall save myself as I would save
A stranger in the street.

La espada de la sorpresa

Separado yo de mis huesos, ¡oh!, espada de Dios,
Hasta que ellos permanezcan de pie y ajenos,
como los árboles;
Yo, cuyo corazón sube volando hacia los bosques
Y puede maravillarse tanto como ellos.
Separado yo de mi sangre que, en la oscuridad,
Escucha al ancestral río correr,
Y cómo los ríos subterráneos se confunden en el mar
Pero nunca el sol ven.
Dame ojos milagrosos para ver mis ojos
Espejos rodantes que viven en mí,
Cristales terribles más increíbles
Que todas las cosas que vi.
Separado yo de mi alma, que puedo ver
Los pecados como heridas sangrantes, valientes golpe de vida,
Hasta que a un extraño en la calle
Salve como yo mismo me salvaría.

A Ballade of Suicide

The gallows in my garden, people say,
Is new and neat and adequately tall;
I tie the noose on in a knowing way
As one that knots his necktie for a ball;
But just as all the neighbours —on the wall—
Are drawing a long breath to shout "Hurray!"
The strangest whim has seized me… After all
I think I will not hang myself to-day.
Tomorrow is the time I get my pay
My uncle's sword is hanging in the hall
I see a little cloud all pink and grey
Perhaps the rector's mother will not call —I
fancy that
I heard from Mr. Gall
That mushrooms could be cooked another way
I never read the works of Juvenal
I think I will not hang myself to-day.
The world will have another washing-day;
The decadents decay; the pedants pall;
And H.G. Wells has found that children play,
And Bernard Shaw discovered that they squall,
Rationalists are growing rational_
And through thick woods one finds a stream astray
So secret that the very sky seems small_
I think I will not hang myself to-day.

La balada del suicidio

El patíbulo en mi jardín, dice la gente,
Es nuevo, pulcro y tiene la altura adecuada;
Ato la cuerda de la consabida manera
Como quien anuda su corbata a una pelota;
Pero justo cuando todos los vecinos —desde
la pared—
Esbozan un largo suspiro y gritan "¡Albricias!"
Soy presa de un extraño capricho… Después
de todo
Pienso que hoy no me ahorcaré.
Mañana será el día de mi paga
La espada de mi tío pende en el vestíbulo
Veo una pequeña nube, rosa y gris toda;
Tal vez la madre del rector no llamará —imagino
Que tuve noticias del Sr. Gall.
Esos hongos podrían haberse cocinado de otra forma,
Nunca leí las obras de Juvenal.
Pienso que hoy no me ahorcaré.
Habrá otro día para que el mundo se lave;
Los decadentes decaen; los pedantes, insípidos;
H. G. Wells ha descubierto que los niños juegan,
Y Bernard Shaw que tienen rachas,
Los racionalistas crecen racionales
Y tras los espesos bosques encuentro un arroyo perdido
Tan secreto que el mismo cielo parece pequeño
Pienso que hoy no me ahorcaré.

ENVOI

Prince, I can hear the trumpet of Germinal,
The tumbrils toiling up the terrible way;
Even to-day your royal head may fall,
I think I will not hang myself to-day.

ENVÍO

Príncipe, puedo oír la trompeta del Germinal,
Su carreta se esfuerza de terrible manera;
E incluso hoy, su testa real puede caer.
Pienso que hoy no me ahorcaré.

The Convert

After one moment when I bowed my head
And the whole world turned over and came upright,
And I came out where the old road shone white,
Walked the ways and heard what all men said,
Forests of tongues, like autumn leaves unshed,
Being not unlovable but strange and light;
Old riddles and new creeds, not in despite
But softly, as men smile about the dead.
The sages have a hundred maps to give
That trace their crawling cosmos like a tree,
They rattle reason out through many a sieve
That stores the sand and lets the gold go free:
And all these things are less than dust to me
Because my name is Lazarus and I live

El converso

Después de un momento, cuando incliné mi cabeza
El mundo todo cambió y se enderezó,
Salí adonde el viejo camino brilló en su blancura,
Caminé las veredas y oí lo que todos los hombres dijeron,
Bosques de lenguas, como las hojas de otoño sin caer,
No dignas de amar pero extrañas y ligeras;
Viejos enigmas y nuevos credos, no a pesar de,
Sino con sencillez, cual hombres que sonríen
por un muerto.
Los sabios tienen cien mapas que ofrecer,
Huella que su cosmos arrastra como un árbol,
Y criban tanto su razón, igual que un tamiz
Que conserva la arena y permite que el oro, libre,
se vaya:
Y todas estas cosas son para mí menos que el polvo
Pues mi nombre es Lázaro y estoy vivo.

The Myth of Arthur

O learned man who never learned to learn,
Save to deduce, by timid steps and small,
From towering smoke that fire can never burn
And from tall tales that men were never tall.
Say, have you thought what manner of man it is
Of who men say "He could strike giants down" ?
Or what strong memories over time's abyss
Bore up the pomp of Camelot and the crown.
And why one banner all the background fills,
Beyond the pageants of so many spears,
And by what witchery in the western hills
A throne stands empty for a thousand years.
Who hold, unheeding this immense impact,
Immortal story for a mortal sin;
Lest human fable touch historic fact,
Chase myths like moths, and fight them with a pin.
Take comfort; rest—there needs not this ado.
You shall not be a myth, I promise you.

El mito de Arturo

¡Ah! hombre instruido que nunca aprendiste
a aprender,
Y que evitas deducir mediante pequeños y tímidos pasos,
Como el elevado humo que el fuego jamás podrá consumir
Y los grandes relatos de hombres que nunca fueron grandes.
Di, ¿has pensado de qué clase de hombre se trata?
¿De quién dicen los hombres que "podría derribar gigantes"?
O qué profundos recuerdos en el abismo del tiempo
Aburren el boato de Camelot y de la corona.
Y por qué un estandarte tapiza todo el fondo,
Más allá de las cabalgatas de tantas lanzas,
Y en virtud de qué brujería, en las colinas occidentales,
Un trono ha permanecido vacío mil años.
Quién sostiene, con tal desconsideración, este inmenso ardid,
La historia inmortal de un pecado mortal;
Menos fábula humana que hecho histórico
Que mata mitos como polillas y se bate con un alfiler.
Ten consuelo; lo demás no es difícil.
Jamás un mito serás, te lo prometo.

Eternities

I cannot count the pebbles in the brook.
Well hath He spoken: "Swear not by thy head.
Thou knowest not the hairs," though He, we read,
Writes that wild number in His own strange book.
I cannot count the sands or search the seas,
Death cometh, and I leave so much untrod.
Grant my immortal aureole, O my God,
And I will name the leaves upon the trees,
In heaven I shall stand on gold and glass,
Still brooding earth's arithmetic to spell;

Or see the fading of the fires of hell
Ere I have thanked my God for all the grass.

Eternidades

No soy capaz de contar los guijarros del arroyo.
Bien, dijo Él: "No lo jure por su testa
Ni por los cabellos que alisa", aunque Él, lo leímos,
Inscribe ese descabellado número en Su propio extraño libro.
No puedo contar las arenas ni inventariar los mares,
Muerte repentina, que tanto he desandado,
Concédeme inmortal aureola, ¡oh! Dios mío,
Y designaré las hojas de los árboles.
Permaneceré de pie en el cielo, sobre cristal y oro,
Empollando aún la aritmética de la tierra para deletrearla;
O para ver extinguirse los fuegos del infierno
Después de agradecer a Dios la eternidad del césped.

Femina Contra Mundum

The sun was black with judgment, and the moon
Blood: but between
I saw a man stand, saying: `To me at least
The grass is green.
'There was no star that I forgot to fear
With love and wonder.
The birds have loved me'; but no answer came
Only the thunder.
*
Once more the man stood, saying: `A cottage door,
Wherethrough I gazed
That instant as I turned —yea, I am vile;
Yet my eyes blazed.
'For I had weighed the mountains in a balance,
And the skies in a scale,
I come to sell the stars —old lamps for new—
"Old stars for sale".

Femina Contra Mundum

El Sol era negro y juicioso, y sangrienta
La Luna: pero entre ambos
Apareció un hombre de pie, diciendo: "Para mí,
Al menos el césped es verde.
Maravillado y con amor, ninguna estrella había
Que olvidara temer;
Me han amado las aves"; pero ninguna respuesta llegó.
Sólo el trueno.
*
Una vez más, el hombre de pie decía: "Miraba fijamente
A través de una puerta de la cabaña;
En ese instante me voltee —sí, soy vil, me dije;
Y mis ojos ardieron todavía.
"Porque ya había pesado las montañas
en una balanza,
Y los cielos en una báscula,
Vengo a vender estrellas —lámparas viejas por nuevas—
¡Estrellas viejas que vendan!"

The Aristocrat
(Collected 1915)

The Devil is a gentleman, and asks you down to stay
At his little place at What'sitsname (it isn't far away).
They say the sport is splendid; there is always something new,
And fairy scenes, and fearful feats that none but
he can do;
He can shoot the feathered cherubs if they fly
on the estate,
Or fish for Father Neptune with the mermaids
for a bait;
He scaled amid the staggering stars that precipice,
the sky,
And blew his trumpet above heaven, and got
by mastery
The starry crown of God Himself, and shoved
it on the shelf;
But the Devil is a gentleman, and doesn't brag himself.
O blind your eyes and break your heart and hack your hand away,
And lose your love and shave your head;
but do not go to stay
At the little place in What'sitsname where folks
are rich and clever;
The golden and the goodly house, where things grow worse for ever;
There are things you need not know of, though
you live and die in vain,
There are souls more sick of pleasure than
you are sick of pain;
There is a game of April Fool that's played behind its door,
Where the fool remains for ever and the April
comes no more,
Where the splendour of the daylight grows drearier than the dark,
And life droops like a vulture that once was such
a lark:
And that is the Blue Devil that once was the Blue Bird;
For the Devil is a gentleman, and doesn't keep
his word.

El Aristócrata
(Compilado en 1915)

El Diablo es un caballero: pide que nos quedemos
En su pequeño lugar, Cualquiera-que-sea-su-nombre (no está lejos).
Dicen que practica un espléndido deporte; siempre tiene algo nuevo,
Con escenas de hadas y hechos temibles que sólo
él puede maniobrar;
Él puede disparar a querubines emplumados
si sobrevuelan su terreno,
O pesca para el Padre Neptuno usando sirenas
como cebo;
Y descascara las estrellas en el cielo que así
se tambalean en el precipicio;
Tocó su trompeta en el cielo —y sobrevivió al dominio
De la corona estrellada del mismo Dios—
y la arrumbó en el estante;
Pero el Diablo un caballero es y no lo presume.
Sus ojos deslumbran, su corazón estremece
y con su mano te ataja desde lejos,
Y estropea tu amor y afeita tu cabeza; pero
no va a quedarse en
Su pequeño lugar, Cualquiera-que-sea-su-nombre, donde la gente es rica y lista;
Dorada y graciosa casa donde las cosas siempre van
de mal en peor;
Hay cosas que no necesitas saber, aunque vivas
y mueras en vano,
Hay almas más enfermas de placer de lo que él mismo está enfermo de dolor;
Hay alguien que juega al Necio de Abril y toca
la puerta
En la que los tontos siempre permanecen y abril
no llega nunca más,
Y donde el esplendor de la luz del día crece aún más triste que la oscuridad,
Y las caídas de la vida gustan de un buitre que alguna vez fue una alondra:
Y ése es el Diablo Azul que alguna vez fue un Pájaro Azul;
Pero el Diablo es un caballero y nunca su palabra honra.

To the unknown warrior

You whom the kings saluted; who refused not
The one great pleasure of ignoble days,
Fame without name and glory without gossip,
Whom no biographer befouls with praise.
Who said of you "Defeated"? In the darkness
The dug-out where the limelight never comes,
Nor the big drum of Barnum's show can shatter
That vibrant stillness after all the drums.
Though the time comes when every Yankee circus
Can use our soldiers for its sandwich-men,
When those that pay the piper call the tune,
You will not dance. You will not move again.
You will not march for Fatty Arbuckle,
Though he have yet a favourable press,
Tender as San Francisco to St. Francis
Or all the angels of Los Angeles.
They shall not storm the last unfallen fortress,
The lonely castle where uncowed and free,
Dwells the unknown and undefeated warrior
That did alone defeat Publicity.

Al guerrero desconocido

Tú, a quien saludaron los reyes; quien no se negó
Al gran placer de innobles días,
Fama sin nombre y gloria sin murmuraciones,
Y a quien ningún biógrafo profanó con alabanza.
¿Quién te llamó "Derrotado"? En la oscuridad,
La trinchera a donde nunca llega la luz del foco,
Ni el gran tambor del show de Barnum puede retumbar,
Inquietante vibración después de tantos tambores.
Aunque llegará el tiempo en que cada circo yanqui
Pueda valerse de nuestros soldados para hacer sandwiches humanos,
Como quien al flautista paga por tocar una melodía.
Tú ya no bailarás. No te moverás de nuevo.
No marcharás para Fatty Arbuckle,
Aunque todavía tiene buena prensa,
San Francis es tan tierno como San Francisco
O como los ángeles son a Los Ángeles.
No atacarán el último reducto,
Del castillo solitario y libre,
Morada del guerrero desconocido e invicto.
Eso sólo la Publicidad lo avasalló.

The Last Hero

The wind blew out from Bergen from the dawning
to the day,
There was a wreck of trees and fall of towers a score of miles away,
And drifted like a livid leaf I go before its tide,
Spewed out of house and stable, beggared of flag
and bride.
The heavens are bowed about my head, shouting like seraph wars,
With rains that might put out the sun and clean
the sky of stars,
Rains like the fall of ruined seas from secret worlds above,
The roaring of the rains of God none but the lonely love.
Feast in my hall, O foemen, and eat and drink
and drain,
You never loved the sun in heaven as I have loved
the rain.
The chance of battle changes —so may all battle be;
I stole my lady bride from them, they stole her back from me.
I rent her from her red-roofed hall, I rode and saw arise,
More lovely than the living flowers the hatred
in her eyes.
She never loved me, never bent, never was less divine;
The sunset never loved me, the wind was never mine.
Was it all nothing that she stood imperial in duresse?
Silence itself made softer with the sweeping
of her dress.
O you who drain the cup of life, O you who wear
the crown,
You never loved a woman's smile as I have loved
her frown.
The wind blew out from Bergen to the dawning
of the day,
They ride and run with fifty spears to break and bar my way,
I shall not die alone, alone, but kin to all the powers,
As merry as the ancient sun and fighting like
the flowers.
How white their steel, how bright their eyes!
I love each laughing knave,
Cry high and bid him welcome to the banquet
of the brave.
Yea, I will bless them as they bend and love them where they lie,
When on their skulls the sword I swing falls shattering from the sky.
The hour when death is like a light and blood is like a rose,
You never loved your friends, my friends, as I shall love my foes.
Know you what earth shall lose to-night, what rich uncounted loans,
What heavy gold of tales untold you bury with
my bones?
My loves in deep dim meadows, my ships that rode
at ease,
Ruffling the purple plumage of strange and secret seas.
To see this fair earth as it is to me alone was given,
The blow that breaks my brow to-night shall break the dome of heaven.
The skies I saw, the trees I saw after no eyes shall see,
To-night I die the death of God; the stars shall die with me;
One sound shall sunder all the spears and break
the trumpet's breath:
You never laughed in all your life as I shall laugh
in death.
(Written in 1901) This poem has been set to music by Michael LongcorOne sound shall sunder all the spears and break
the trumpet's breath:
You never laughed in all your life as I shall laugh
in death.

(Written in 1901)
This poem has been set to music by Michael Longcor

El último héroe

El viento soplaba desde Bergen al amanecer el día,
Chocaban los árboles y a miles de millas las torres caían,
Y trémula flotaba la hoja a la que yo anticipaba
su vaivén,
Vomitada fuera de la casa y del establo, bandera
y novia mendiga.
Los cielos se arquean sobre mi cabeza, gritando cual guerra de serafines,
Con lluvias que podrían barrer el Sol y limpiar
el cielo de estrellas,
Lluvias como la caída de ruinosos mares de secretos mundos superiores;
Nadie, sólo el amor, el rugido de las lluvias de Dios.
Fiesta en mi salón, ¡ah, mis enemigos!, coman, beban y extenúense,
Nunca han amado el Sol en el cielo
como yo he amado la lluvia.
La oportunidad en las batallas cambia —como veleidosa es cualquier batalla;
De allí rapté a mi novia, y ellos me la volvieron
a quitar.
Y le alquilé el salón de alfombra roja, cabalgué
y la vi incorporarse,
Más encantadora que las flores vivientes
que habitaban sus ojos.
Ella nunca me amó, nunca se doblegó, nunca
fue menos divina;
El ocaso tampoco me amó, y el viento jamás fue mío.
¿Y así por nada ella imperialmente resistía?
El silencio mismo se atenuaba con el abanicar
de su vestido.
Tú, que vacías la copa de la vida, tú que portas
la corona,
Nunca has amado la sonrisa de una mujer
como yo he amado su ceño.
El viento soplaba desde Bergen al amanecer el día,
Cabalgaba y corría con cincuenta lanzas para destruir y obstruir mi camino,
No me moriré solo pero, emparentado a todos
los poderes,
Estaré tan alegre como el Sol antiguo, luchando igual que las flores.
¡Cuán blanco es su acero, cuán luminosos sus ojos! Amo a cada risueño bribón;
Llora fuerte y dale la bienvenido al banquete
del valiente.
Sí, yo los bendeciré cuando se dobleguen y los amaré en donde queden,
Cuando se estrelle en sus cráneos la espada
que esgrimo cayendo desde el cielo.
Hora en que la muerte es como una luz y la sangre como una rosa..
Nunca amaste a tus amigos, a mis amigos,
como yo amaré a mis enemigos.
¿Sabes qué tierra se perderá esta noche, qué rico descontará sus préstamos,
Qué pesado oro de inefables cuentos se enterrará
con mis huesos?
Mis amores en los profundos prados oscuros,
mis naves que surcaron a gusto,
Serpenteando el plumaje púrpura de mares secretos
y desconocidos.
Para poder ver esta tierra como solo a mí se me dio,
El soplo que quiebra mi frente esta noche romperá
el domo de cielo.
Los cielos que vi, los árboles que contemplé
y que ningún otro ojo verá,
Esta noche yo muero la muerte de Dios; las estrellas morirán conmigo;
Un sonido debe apartar todas las lanzas e interrumpir el viento de la trompeta:
Nunca te reíste en tu vida toda como yo lo haré
en la muerte.

(Escrito en 1901)
Este poema fue musicalizado por Michael Longcor

To Hilaire Belloc

For every tiny town or place
God made the stars especially;
Babies look up with owlish face
And see them tangled in a tree;
You saw a moon from Sussex Downs,
A Sussex moon, untravelled still,
I saw a moon that was the town's,
The largest lamp on Campden Hill.
Yea; Heaven is everywhere at home
The big blue cap that always fits,
And so it is (be calm; they come
To goal at last, my wandering wits),
So is it with the heroic thing;
This shall not end for the world's end
And though the sullen engines swing,
Be you not much afraid, my friend.
This did not end by Nelson's urn
Where an immortal England sits—
Nor where your tall young men in turn
Drank death like wine at Austerlitz.
And when the pedants bade us mark
What cold mechanic happenings
Must come; our souls said in the dark,
"Belike; but there are likelier things".
Likelier across these flats afar
These sulky levels smooth and free
The drums shall crash a waltz of war
And Death shall dance with Liberty;
Likelier the barricades shall blare
Slaughter below and smoke above,
And death and hate and hell declare
That men have found a thing to love.
Far from your sunny uplands se
I saw the dream; the streets I trod
The lit straight streets shot out and met
The starry streets that point to God.
This legend of an epic hour
A child I dreamed, and dream it still,
Under the great grey water-tower
That strikes the stars on Campden Hill.

A Hilaire Belloc

Dios hizo las estrellas especialmente
Para cada diminuto pueblo o lugar;
Extasiados, los bebés las miran
Y las ven enredadas en un árbol;
Desde los Downs de Sussex, una Luna viste,
Una Luna de Sussex que no viaja todavía.
Yo vi una Luna citadina,
La farola más grande en Campden Hill.
Sí, en su casa el cielo está por doquier,
La gran bóveda azul que siempre se ajusta,
Y así sucede (no te inquietes; ya llegan a su meta,
Por fin, mis divagaciones),
Y lo mismo ocurre con todo lo heroico,
Que no se acabará con el fin del mundo
Y aunque se agiten las tétricas máquinas,
No te asustes demasiado, amigo mío.
Esto no acabó ante la urna de Nelson,
Donde se asienta una Inglaterra inmortal,
Ni cuando los altos jóvenes, uno a uno,
Bebieron la muerte, cual vino, en Austerlitz.
Tampoco cuando los pedantes nos pidieron una señal
De los fríos y mecánicos acontecimientos
Por venir; en la oscuridad, nuestras almas dijeron,
"Quizá, pero hay cosas más probables".
Es más probable que en estos prados lejanos,
En esos llanos libres y ondulados
Los tambores toquen un vals de guerra
Y la Muerte baile con la Libertad;
Es más probable que se levanten barricadas
Con la muerte por debajo y el humo por encima,
Y la muerte, el odio y el infierno declaren
Que los hombres han encontrado algo para amar.
Lejos de tus montañas soleadas
Vi el sueño, las calles que pisé
Las calles rectas y claras que se unen
Las calles estrelladas que apuntan a Dios.
La leyenda de una hora épica
Un niño que soñé y que sueño aún,
Bajo una gris e inmensa torre de agua
Que enciende las estrellas en Campden Hill.

Antichrist or the Reunion of Christendom:
An Ode

A Bill which has shocked the conscience
of every Christian community in Europe.
Mr. F. E. Smith, on the Welsh Disestablishment Bill

Are they clinging to their crosses,
F. E. Smith,
Where the Breton boat-fleet tosses,
Are they, Smith?
Do they, fasting, trembling, bleeding,
Wait the news from this our city?
Groaning "That's the Second Reading!"
Hissing "There is still Committee!"
If the voice of Cecil falters,
If McKenna's point has pith,
Do they tremble for their altars?
Do they, Smith?
Russian peasants round their pope
Huddled, Smith,
Hear about it all, I hope,
Don't they, Smith?
In the mountain hamlets clothing
Peaks beyond Caucasian pales,
Where Establishment means nothing
And they never heard of Wales,
Do they read it all in Hansard _
With a crib to read it with _
"Welsh Tithes: Dr. Clifford answered."
Really, Smith?
In the lands where Christians were,
F. E. Smith,
In the little lands laid bare,
Smith, O Smith!
Where the Turkish bands are busy
And the Tory name is blessed
Since they hailed the Cross of Dizzy
On the banners from the West!
Men don't think it half so hard if
Islam burns their kin and kith,
Since a curate lives in Cardiff
Saved by Smith.
It would greatly, I must own,
Soothe me, Smith!
If you left this theme alone,
Holy Smith!
For your legal cause or civil
You fight well and get your fee;
For your God or dream or devil
You will answer, not to me.
Talk about the pews and steeples
And the cash that goes therewith!
But the souls of Christian peoples...
Chuck it, Smith!

El anticristo o el conciliábulo cristiano:
una oda

A Bill, quien ha azuzado la conciencia
de cada comunidad cristiana en Europa
F. E. Smith, en el Welsh Disestablishment Bill

Mientras se aferran a sus cruces,
F. E. Smith,
Donde se botan las veloces flotas bretonas,
¿Son ellos, Smith?
¿Acaso esperan las noticias de nuestra ciudad
Ayunando, temblando, sangrando?
Exclamando: "¡Esa es la Segunda Lectura!"
Musitando: "¡Todavía existe el Comité!"
Si vacila la voz de Cecil,
Si McKenna pone el dedo en la llaga,
¿Se estremecen en sus altares?
¿Hacen eso, Smith?
Los campesinos rusos rodean a su patriarca,
Se agrupan, Smith,
Escucho hablar de eso, creo,
¿No es así, Smith?
En el paisaje de las aldeas montañesas,
En los picos más allá del pálido Cáucaso,
Donde el Establishment nada significa
Y nunca han oído hablar de Gales,
Leyeron todos en Hansard
—con pesebre y todo—
"Diezmos galeses: respondió el Dr. Clifford".
¿Fue eso realidad Smith?
En las tierras donde había cristianos,
F. E. Smith,
Pequeñas tierras desnudas,
¡Smith, ah, Smith!
En donde están muy ocupadas las bandas turcas,
Y el conservador nombre Tory es bendecido
¡Y saludan a la Desvanecida Cruz
De los estandartes del Occidente!
Los hombres no pensarían que fuera medio difícil
Si el Islam prendiera fuego a su pariente y amigo,
Pues en Cardiff vive un cura
Por Smith patrocinado.
Yo también, en mayor medida, algo debería poseer.
¡Alívieme, Smith!
Si tan solo usted abandonara este tema,
¡Santo Smith!
Por causa legal o civil.
Usted porfía bien y consigue su tajada;
Deberá responder
A su Dios, a su sueño o a su diablo,
Pero no a mí.
Hable sobre asientos de iglesia y campanarios,
¡Y también del dinero constante y sonante
Que desde aquí vuela!
Pero las almas de los cristianos...
Eso ¡déjelo, Smith!

A little litany

When God turned back eternity and was young,
Ancient of Days, grown little for your mirth
(As under the low arch the land is bright)
Peered through you, gate of heaven —and saw
the earth.
Or shutting out his shining skies awhile
Built you about him for a house of gold
To see in pictured walls his storied world
Return upon him as a tale is told.
Or found his mirror there; the only glass
That would not break with that unbearable light
Till in a corner of the high dark house
God looked on God, as ghosts meet in the night.
Star of his morning; that unfallen star
In that strange starry overturn of space
When earth and sky changed places for an hour
And heaven looked upwards in a human face.
Or young on your strong knees and lifted up
Wisdom cried out, whose voice is in the street,
And more than twilight of twiformed cherubim
Made of his throne indeed a mercy-seat.
Or risen from play at your pale raiment's hem
God, grown adventurous from all time's repose,
Or your tall body climed the ivory tower
And kissed upon your mouth the mystic rose.

Una pequeña letanía

Cuando Dios se salió de la eternidad y joven fue,
Antiguos días, creció un poco para su propia alegría
(Como bajo el horizonte es luminosa la tierra)
Y a través suyo me asomé, puerta de cielo —y vio
la tierra.
Acallando por un momento sus brillantes cielos
Construyó cerca de él una casa de oro
Para en paredes imaginarias ver su acontecido mundo
Y a él regresar como quien dice un cuento.
Allí encontró su espejo; el único vidrio
Que no se rompería con tan insufrible luz
Hasta que en una esquina de la alta casa oscura
Dios se parecía a Dios,
Cual fantasmas que en la noche se saludan.
La estrella de la mañana, esa estrella no caída
En ese extraño vuelco estrellado del espacio
Cuando tierra y cielo intercambiaron su lugares
por una hora
Y el cielo parecía más de rostro humano.
Joven, sobre sus fuertes rodillas se levantó,
La sabiduría, cuya voz está en la calle, lloró
Más que el crepúsculo del biforme querubín
Que hizo de su trono un misericordioso asiento.
De tu pálido dobladillo del hábito, surgido
de la escena,
Dios crece venturoso del reposo de todo el tiempo,
Tu alto cuerpo la torre de marfil toca
Y la rosa mística besa tu boca.









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