Revolución del
General Juan José Valle
PROCLAMA
DEL
MOVIMIENTO
DE RECUPERACIÓN NACIONAL
Las horas
dolorosas que vive la República, y el clamor angustioso de su pueblo, sometido
a la más cruda y despiadada tiranía, nos han decidido a tomar las armas para
restablecer en nuestra patria el imperio de la libertad y la justicia al amparo
de la Constitución y las leyes.
Como
responsables de este Movimiento de Recuperación Nacional, integrado por las
Fuerzas Armadas y por la inmensa mayoría del pueblo —del que provienen y al que
sirven— declaramos solemnemente que no nos guía otro propósito que el de
restablecer la soberanía popular, esencia de nuestras instituciones
democráticas, y arrancar a la Nación del caos y la anarquía a que ha sido
llevada por una minoría despótica encaramada y sostenida por el terror y la
violencia en el poder.
Conscientes
de nuestra responsabilidad ante la historia, comprendemos que nuestra decisión
es el único camino que nos queda para impedir el aniquilamiento de la República
en una lucha estéril y sangrienta entre hermanos, cada día más inevitable e
inminente.
Deploramos
que precisamente desde el gobierno se haya cerrado sistemáticamente toda
posibilidad de pacificar la República y alcanzar la armonía entre los
argentinos, en contraposición con el sentido de responsabilidad, la tolerancia
y la paciencia patriótica del pueblo.
La Nación
entera, y con ella la tranquilidad, el bienestar y la dignidad de los
argentinos han caído en manos de hombres y de fuerzas que aceleradamente
retrotraen a la patria a épocas de sometimiento, de humillación y de vergüenza.
Su acción
nefasta ha desquiciado y lesionado profundamente el orden político, económico y
social de la República.
Este Movimiento
de Recuperación Nacional, se lanza a la acción revolucionaria con objetivos
claros y un programa concreto para restablecer la soberanía y la justicia
social y devolver al pueblo el pleno goce de su libertad y sus derechos.
Declara
objetivos fundamentales de su acción:
En lo
político
Han violado
y desconocido el imperio de la Constitución y de las leyes, sustituyéndolo por
un llamado “derecho de la Revolución”, que no es otra cosa que el
entronizamiento de la arbitrariedad, sin más normas ni vallas que la omnímoda
voluntad de los que detentan el poder.
Se han
avasallado así las garantías y derechos individuales, sustituyéndose a
instituciones y personas de la jurisdicción de sus jueces naturales,
sometiéndolos a tribunales y comisiones especiales expresamente prohibidas por
la Constitución.
Se ha
perseguido, encarcelado y confinado en verdaderos campos de concentración a
miles de argentinos no sometidos a proceso y privados del derecho a la defensa,
por razones ideológicas o políticas.
Por
idénticas razones se ha privado a miles de argentinos de derechos esenciales,
como el acceso a los empleos públicos y la participación activa en la vida
cívica de la Nación, sin que tan graves penas provengan de la decisión de la
justicia y ni siquiera del juzgamiento de la conducta de los inculpados.
Como
consecuencia de esta arbitrariedad discriminatoria, que divide a los argentinos
en réprobos y elegidos, se ha privado de sus empleos a miles de ciudadanos, sin
tenerse en cuenta ni su antigüedad, ni su idoneidad, ni su conducta.
Se ha
excluido de la vida cívica del país a la fuerza mayoritaria con el pretexto de
inmoralidades y desviaciones en la conducta de algunos sus dirigentes;
verdadera aberración jurídica y moral que podría llevar a la exclusión de todos
los partidos, desde que todos padecen o padecieron en algún momento de males
similares.
Se ha
fomentado y organizado desde el gobierno la delación y el espionaje contra
personas e instituciones, inclusive contra las Fuerzas Armadas.
Se ha
impedido la libertad de prensa, uniformada al servicio del gobierno,
interviniendo y entregando arbitrariamente los diarios y revistas a sectores
políticos minoritarios adictos al mismo, clausurando los desafectos e
impidiéndose la aparición de nuevos órganos de opinión independiente.
Todo ello
unido a la monstruosidad totalitaria de un decreto-ley que bajo penas
gravísimas prohíbe a los ciudadanos hasta el uso o empleo individual de
palabras, fechas, símbolos, fotografías, nombres y expresiones que se
proscriben, configuran los hechos más salientes de un plan siniestro, destinado
a ahogar la libre expresión de la ciudadanía, y entronizar en el poder a
minorías antinacionales que en su hora enajenaron el patrimonio del país y
traficaron con el hambre y el dolor de los trabajadores argentinos.
Este
desborde de la arbitrariedad ha culminado con la abolición de la Constitución
Nacional vigente, sancionada por una Convención Reformadora libremente elegida
por el pueblo, con la participación de los mismos sectores políticos que apoyan
a la tiranía, Constitución que juraron acatar y defender los mismos que hoy la
vulneran y suprimen a espaldas del Pueblo y al margen de su libre voluntad
soberana, con el evidente propósito inconfesable de abolir disposiciones como
las del artículo 40, que impiden la entrega al capitalismo internacional de los
servicios públicos y las riquezas naturales del país, juntamente con otras
también fundamentales como las que sancionan los derechos del trabajador y las
que estatuyen la función social de la economía y la riqueza.
Por un acto
arbitrario y despótico se reimplanta una Carta Fundamental ya superada por la
realidad política, económica y social de la República, al amparo de cuya
imprevisión y laxitud fue posible en otras épocas la entrega del país a las
fuerzas internacionales del capitalismo y el sometimiento, el hambre y la
humillación de nuestro pueblo.
Y para hacer más evidente la burla a la ciudadanía y la prepotencia de la arbitrariedad, ni siquiera se la reimplanta en todo su vigor como norma de convivencia o valla del poder, sino “en tanto y en cuanto no se oponga a los fines de la Revolución”, vale decir, en cuanto no se oponga a la voluntad omnímoda e Incontrolada del gobierno. Jamás, en toda la historia, gobierno alguno ha tenido el descaro de hacer semejante profesión de tiranía y despotismo.
En lo
económico
Se han
tomado medidas tendientes a quebrantar la industria nacional, depreciar la
moneda, crear el desaliento en la inversión de capitales útiles, elevar los
precios acentuando el desequilibrio entre éstos y los salarios, provocar
sectores importantes de desocupación, que llevarán por hambre a los obreros a
someterse a la voluntad del capitalismo.
Todo ello
unido al desprestigio internacional de nuestra economía por el propio gobierno,
a la acelerada contratación de empréstitos extranjeros y a la adopción de
determinados compromisos anteriores, constituyen etapas de un plan destinado a
retrotraer al país al más crudo coloniaje, mediante la entrega al capitalismo
internacional de los resortes fundamentales de su economía.
En lo social
Se han
desconocido legítimas conquistas de los trabajadores, se ha destruido la
organización sindical —base indispensable de la paz social y del progreso del
país—, mediante la intervención a la Central Obrera y a todos los
sindicatos.
Se ha
perseguido, encarcelado y confinado a miles de trabajadores, y se los ha
privado arbitrariamente del derecho elemental de intervenir activamente en la
vida de las organizaciones a que pertenecen.
En síntesis,
desde el propio gobierno se ha realizado una acción sistemática tendiente a
destruir la organización sindical y anarquizar a los trabajadores, acción que
persigue la finalidad inconfesable de debilitar el frente social para
posibilitar el camino del sometimiento del pueblo, y con él, del sometimiento
de toda la Nación.
En las
Fuerzas Armadas
Se ha
tratado en toda forma de minar su unidad y su armonía y se han desquiciado sus
cuadros con la baja o retiro obligatorio de centenares de jefes, oficiales y
suboficiales que honraban a la institución por sus virtudes morales y su
capacidad profesional.
Al mismo
tiempo se ha obligado a muchos oficiales al desempeño de funciones civiles
incompatibles con su estado militar, creándose hacia la institución un lógico
resentimiento y desconfianza del pueblo, difícil de superar, y que es la
semilla más criminal que podía haberse sembrado para dividir y anarquizar a la
Nación.
Esto es, en
lo fundamental, el panorama trágico de las horas difíciles que vive la
República. La proliferación de conflictos sindicales, los actos diarios de
sabotaje en todo el territorio del país y el continuo descubrimiento en toda la
República de planes subversivos o actos de insurrección, denunciados por el
propio gobierno, no son (como él pretende, para encubrir su responsabilidad y
engañar a la opinión) fruto de la acción aislada de personas perturbadoras,
sino síntoma del clima de opresión y subversión en que vive la República y
expresión evidente del espíritu indomable y de la decisión del pueblo de
reconquistar su libertad.
Tan grave
estado de cosas impulsa nuestra determinación y nos decide a recoger el clamor
unánime del pueblo, antes de que la República desemboque en una lucha
fratricida que terminará por destrozarla.
El
programa del Movimiento de Recuperación Nacional
I - En lo político
· Restablecer
el Estado de derecho mediante la vigencia plena de la Constitución Nacional y
el imperio de la justicia en un ambiente de real libertad y pura democracia.
· Consolidar
la soberanía popular mediante la realización de elecciones generales en todo el
país en un plazo no mayor de 180 días, con plenas garantías para todos los
partidos políticos en el proceso electoral y preelectoral, incluida la
utilización con iguales derechos de todos los medios de expresión y difusión.
· Prescindencia
absoluta del gobierno en materia electoral y fiscalización de los comicios por
las Fuerzas Armadas.
· Libertad
efectiva y absoluta de prensa para todos los sectores de la opinión.
· Amnistía
general y derogación de todos los decretos y medidas discriminatorias dictados
por razones ideológicas o políticas.
· Libertad
de todos los presos políticos y sometimiento a la justicia competente de los
que hubiesen cometido delitos comunes.
· Reincorporación
de los empleados y obreros eliminados arbitrariamente por razones ideológicas o
políticas.
· Levantamiento
de las interdicciones a personas y empresas e intervención de la justicia en
los casos de violación de las leyes en vigor.
· Rehabilitación
de los partidos políticos privados de personería v plena libertad para la
formación de nuevas fuerzas, dentro de las normas establecidas por la
legislación vigente.
II - En
lo económico
· Revisión
de las medidas de carácter económico y financiero que pudieran lesionar los
intereses nacionales.
· Revisión
de las medidas económicas y financieras que afectan seriamente el desarrollo de
las actividades productivas.
· Restablecimiento
de la plena ocupación y adopción de medidas para contener el alza del costo de
la vida.
III - En
lo social
· Devolución
del gobierno de los sindicatos a los trabajadores y elección por los mismos de
las autoridades de la Central Obrera en un plazo de 45 días.
· Libertad
inmediata a todos los dirigentes y obreros detenidos por razones políticas o
gremiales.
· Renovación
de los convenios de trabajo, de común acuerdo entre los trabajadores y
empresarios, mediante los procedimientos determinados por la legislación
vigente al 20 de setiembre de 1955.
· Derogación
de los decretos y medidas discriminatorias que impiden a miles de obreros su
participación en la vida de los organismos gremiales.
IV - En
las Fuerzas Armadas
· Reestructuración
de las mismas con vistas a las necesidades de la defensa nacional.
· Reincorporación
de jefes, oficiales y suboficiales que poseyendo valores profesionales y
morales hayan sido dados de baja o retirados por razones políticas o
ideológicas.
· Mantenimiento
de los actuales cuadros con la única excepción que determinen los tribunales y
organismos competentes que establece la ley.
V - En el orden internacional
V - En el orden internacional
· Respeto
y cumplimiento de todos los convenios, pactos y compromiso internacionales
concertados por el país dentro de las normas constitucionales y legales.
· Suspensión
de la ejecución de aquellos compromisos contraídos en violación de tales
normas, a fin de que oportunamente sean considerados por las autoridades
legalmente constituidas por los órganos y procedimientos que estatuye la
Constitución Nacional.
Sosteniendo
tales principios y comprometiendo ante el pueblo de la República el fiel y
estricto cumplimiento de los objetivos señalados, el Movimiento de Recuperación
Nacional toma las armas, en defensa de la patria, decidido a pacificar la
nación por el camino de la verdadera libertad, en el respeto de la Constitución
y la Ley.
No hacemos cuestión de banderías porque luchamos por la patria que es de todos. No nos mueve el interés de ningún hombre ni de ningún partido.
Por ello,
sin odios ni rencores, sin deseos de venganza ni discriminaciones entre
hermanos, llamamos a la lucha a todos los argentinos que con limpieza de
conducta y pureza de intenciones, por encima de las diferencias
circunstanciales de grupos o partidos, quieren y defienden lo que no puede
dejar de querer y defender un argentino: la felicidad del pueblo y la grandeza
de la Patria, en una nación socialmente justa, económicamente libre y
políticamente soberana.
¡Viva la
patria!
Buenos
Aires, 9 de junio de 1956.
Penitenciaría
Nacional donde fue fusilado el General Juan José Valle
La historia comienza el 9 de junio con la detención en Florida, y su posterior asesinato, de un grupo de implicados en la sublevación de Valle contra el gobierno impuesto por la autodenominada "revolución libertadora".
En estos hechos, conocidos como "Operación Masacre", murieron acribillados en los basurales de José León Suárez, en horas de la madrugada del 10 de Junio: MARIO BRIÓN, VICENTE RODRÍGUEZ, CARLOS LIZASO, NICOLÁS CARRANZA y FRANCISCO GARIBOTTI.
Las ejecuciones de los militares en los cuarteles fueron, por supuesto, tan bárbaras, ilegales y arbitrarias como las de esos cinco civiles de los basurales.
El Capitán JORGE M. COSTALES y los civiles OSVALDO ALVEDRO, DANTE H. LUGO, CLEMENTE ROS y NORBERTO ROS, que al mando del Coronel JOSÉ A. IRIGOYEN, pretendieron instalar en Avellaneda el comando Valle, fueron capturados sin resistencia y asesinados en la Unidad Regional de la Policía de Lanús en la madrugada de ese mismo día 10 de junio.
El Coronel OSCAR L. COGORNO, jefe del levantamiento en La Plata, fue ejecutado en los primeros minutos del 11 de Junio, en el cuartel del Regimiento 7.
El Subteniente de Reserva ALBERTO ABADÍE, herido en la refriega, es previamente curado y al anochecer del 12 de Junio, considerado apto para el pelotón, al cual se enfrentó en el Bosque. También murieron en manos de las fuerzas de represión CARLOS IRIGOYEN, RAMÓN VIDELA y ROLANDO ZANETA.
El 10 de Junio, a mediodía, fueron juzgados en Campo de mayo los Coroneles ALCIBÍADES E. CORTINEZ y RICARDO SALOMÓN IBAZETA, junto a cuatro oficiales subalternos: DARDO N. CANO, ELOY L. CARO, JORGE L. NORIEGA y NÉSTOR M. VIDELA.
El tribunal resolvió no se condene a muerte a los siete acusados, en primera y en segunda instancia, pero el Almirante Isaac Francisco Rojas a cargo del PEN- ordena por decreto el fusilamiento pasando por sobre la cosa juzgada.
La orden se cumplió a las 3,40 de la madrugada del 11 de Junio junto a un terraplén.
Al mismo tiempo fueron fusilados en la Escuela de Mecánica del Ejército los cuatro suboficiales que, momentáneamente, la habían tomado: MIGUEL A. PAOLINI, ERNESTO GARECA, ISAURO COSTA y LUIS PUGNETTI.
En la Penitenciaría Nacional (de la Av. Las Heras) se fusila a los tres suboficiales del regimiento 2 de Palermo que intentaron tomarlo: HUGO E. QUIROGA, LUCIANO I. ROJAS y JOSÉ M. RODRÍGUEZ.
Ese mismo 11 de Junio es ametrallado y herido de muerte frente a las instalaciones del Automóvil Club Argentino MIGUEL ÁNGEL MAURIÑO, quien es dejado en el Hospital Fernández, donde falleció.
El 12 de Junio se entregó el General JUAN JOSÉ VALLE, a cambio de que cese la matanza, ante la amenaza de asesinar a un detenido por día hasta su detención. Fue fusilado esa misma noche en la Penitenciaría Nacional pese a que ya se había levantado Ley Marcial.
Todas estas ejecuciones se sucedieron en menos de 72 horas, en seis lugares distintos; todas ellas estaban calificadas por el artículo 18 de la Constitución Nacional: "...queda abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos..."
En algunos casos se aplicó retroactivamente la Ley Marcial a quienes habían sido detenidos con anterioridad a su dictado, en otros se pasó por sobre la cosa juzgada, en otros no se tomó en cuenta el desistimiento de la acción armada, que hacen a la primera intimación los acusados; en otros se aplicó la Ley Marcial cuando ya no estaba en vigencia.
Se trató, en definitiva, de un vasto asesinato, arbitrario e ilegal, de allí nacieron muchas de las tormentas que aún no se han calmado en nuestra Patria. Hubo también mucho de simbolismo en todas estas muertes “ejemplificadoras”, allí se nota la siniestra mano de la Masonería inglesa (aliada del jesuitismo perverso) a la que servían muchos de los usurpadores del poder en la “libertadora”.
El
Presidente Duerme
La noche
yace muda como un ajusticiado.
Más allá
del silencio nuevos silencios crecen.
Cien
pupilas recelan las sombras de la sombra,
velan las
bayonetas y el Presidente duerme.
La luna
se ha escondido de frío o de vergüenza
ya sobre
los gatillos los dedos se estremecen,
una
esperanza absurda se aferra a los teléfonos:
el
Presidente duerme.
El llanto
se desata frente a las altas botas.
-¡Calle,
mujer, no sea que el llanto lo despierte!
-Sólo
vengo a pedirle la vida de mi esposo.
-El
Presidente duerme.
Los
faroles desgarran el seno de la noche,
el
terraplén se apresta a sostener la muerte,
el pueblo
se desvela de angustia y de impotencia
El
Presidente duerme.
Tras de
las bocas mudas laten hondos clamores.
“Cumplan
con su deber y que ninguno tiemble
de frío
ni de miedo!”… En una alcoba tibia
el
presidente duerme.
“Viva la
Patria!”, y luego, los dedos temblorosos,
un
sargento que llora, soldados que obedecen,
veinticuatro
balazos desgarrando el silencio…
Y el
Presidente duerme.
Acres
rosas de sangre florecen en los pechos,
el rocío
mitiga las heridas aleves,
seis
hombres caen de bruces sobre la tierra helada
y el
Presidente duerme.
¡Silencio!
¡Que ninguno levante una protesta!
¡Que cese
todo llanto! ¡Que nadie se lamente!
Un
silencio compacto se adueña de la noche
Y el
Presidente duerme.
¡Oh,
callen, callen todos! ¡Callen los camaradas!
¡Callen
los estadistas, los prelados, los jueces!
¡Que el
pueblo ensangrentado se trague sus palabras!
¡El
Presidente duerme!
El pueblo
yace mudo como un ajusticiado
pero bajo
el silencio nuevos rencores crecen,
hay ojos
desvelados que acechan en la sombra…
Y el
Presidente duerme.
José Gobello
(Prisión
Nacional, mayo de 1957)
Ultima
correspondencia del General Juan José Valle
Carta a
su esposa
“Querida
mía:
Con más
sangre se ahogan los gritos de libertad. He sacrificado toda mi vida para el
país y el ejército, y hoy la cierran con una alevosa injusticia.
Sé serena
y fuerte. Dios te ayudará y yo desde el más allá seguiré velando por ustedes.
No te avergüences nunca de la muerte de tu esposo, pues la causa por la que he
luchado es la más humana y justa: la del Pueblo de mi Patria.
Cuida
mucha a Susanita, y que después de este amargo trance encuentren resignación y
mucha felicidad. Tenemos muy buenos amigos; confía en ellos, yo les he pedido
que te ayuden.
Muchas
cosas tendría que decirte pero las sintetizo en una sola; me has hecho muy
feliz y por ello me voy de la vida con esa serenidad que me has sabido inspirar
siempre. Despídeme de todos: de tu mamá que tan buena ha sido conmigo. Te deseo
mucha resignación. Sé fuerte y continúa la vida con mi recuerdo y con la frente
alta, pues de nada debemos avergonzarnos.
Hoy se
difama la honra y el honor; pero yo he procedido siempre con integridad. Solo
pienso, que no terminamos nuestra obra en común: la felicidad de nuestra
querida hija. A ti te queda el hacerlo. Sé fuerte para ello. Y por eso debes
hacer frente a la vida con entereza y mucha confianza en tus fuerzas, que las
sé muchas.
No me dan
tiempo ni siquiera a despedirme de ti con un gran beso. Aquí te lo envío. Pongo
en él mi corazón, que ha sido siempre de mi mujercita querida. En los últimos
momentos no quiero tener amargura con los hombres que se olvidan de todo lo que
es humano.
Mi
viejita, perdóname este final de nuestra vida. Pido a Dios que te reconforte
pronto para seguir luchando por nuestra hija y por vos misma. Un tropel de
emocionadas palabras son las de mi despedida definitiva. Que Dios te proteja y
en la resignación encuentres alivio a esta tortura. Besos y besos de tu Juanjo.
Adiós mi amor”.
Juan José
Al
presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu
"Dentro
de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado.
Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus victimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones. La palabra "monstruos" brota incontenida de cada argentino a cada paso que da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las Instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95 de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes. Como cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias es sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos.
Viva
la patria."
Juan José Valle
Buenos Aires, 12 de junio de 1956.-
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La palabra del
General Perón: