Pontificado y Pontífice:
una breve quaestio teológica |
Por Carlos A. Disandro
He explicado en las breves páginas de Iglesia y Pontificado (ed.
Montonera, Mar del Plata, 1969) las coyunturas doctrinales que reaparecen o se
requieren en estos momentos dramáticos del mundo. Trataré de completar aquí la
imagen de un pontífice - para quien esto escribe, "falso papa"- que
parece cubrir con su presencia la historicidad mística del pontificado, aunque
en realidad la erosiona, esclaviza y degrada, y de ese modo erosiona, esclaviza
y degrada la entera Iglesia, Sacramentum Trinitatis.
Por el reexamen de las instancias doctrinales que se
refieren a la forma divina de la Iglesia, sabemos que el Pontificado es término
necesario para el concreto vínculo histórico entre el nivel celeste y el nivel
terrestre. Sabemos que es una magistratura y jurisdicción personal, cuya
continuidad es irrefragable; sabemos finalmente que la falencia personal del
pontífice (en un orden ético-religioso general) no implica la caducidad de su
magistratura (en el caso de simonía, concubinato, cesaropapismo, etc. ) ;
pero que tratándose del vínculo con un nivel teológico que anude Fe y
Autoridad, podría ocurrir que el pontífice se escindiera de la Iglesia, o lo
que es lo mismo que el Pontificado quedara vacante no sólo por muerte física,
sino también por muerte teológica (herejía y cisma).
Esta clara posición nos distingue de los que defienden
clamorosamente a Paulo VI, pero atacan las bases inviolables del Pontificado
(el cardenal Suenens, por ejemplo, y muchísimos otros); y también de los que
subvirtiendo el fundamento dogmático de formulación helénica de la Fe
(concilios de Nicea, Calcedonia y Éfeso) pretenden salvar pontificado y
pontífice, según un nominalismo teológico que lo funda todo en una noción
incompleta o falsa de autoridad (el cardenal Daniélou, por ejemplo, y con él
casi todos los grupos que se tienen por tradicionalistas, al menos aquí en
Argentina) .Combatimos pues en este terreno doctrinal y práctico el nefasto
desfonde judaico del progresismo, y el no menos nefasto designio de una falsa
tradición que subvierte el vínculo entre FE y AUTORIDAD.
Conviene pues referirse concretamente a las principales
posiciones que se sostienen hoy en el mundo y delinear provisoriamente nuestra
propia concepción del problema. Los que nos acusan de orgullo, exageración,
etc. podrán advertir los matices difíciles en todos estos planteos. Resaltará
entonces con mayor nitidez que sin negar el tono temperamental, tan legítimo
como cualquier otro, nos ubicamos en el plano de una quaestio disputata y elegimos
conscientemente una solución, la más delicada y comprometida quizá, pero no por
eso menos lúcida.
En primer lugar, tendríamos que recordar las dos grandes
posiciones: 1) la que acepta la legitimidad de la elección de Juan Bautista
Montini, legitimidad que lo instaura como Paulo VI, sucesor legítimo de sus
predecesores; 2) la que sostiene que es ab initio un falso
Papa, ya que el resultado de aquel cónclave sería írrito, por motivos que
difieren según diversas consideraciones. La primera posición cuenta con una
abrumadora mayoría y parece haber conciliado para siempre el consenso universal
de la Iglesia; la segunda posición, sostenida por un número reducido de
intérpretes, teólogos, canonistas, no está exenta sin embargo de matices
sorprendentes que conviene no desdeñar, porque interesan de cualquier modo a la
quaestio disputata. Como se trata de una opinión que puede examinarse
más rápidamente, propongamos aquí su puntualización.
Podrían distinguirse tres causas que según tales intérpretes
fundarían la nulidad de la elección del cardenal Montini, por tanto la nulidad
del pontificado de Paulo VI: a) por las doctrinas heréticas,
sostenidas por Montini antes y después de su acceso al cardenalato; no habiendo
abjurado de tales doctrinas no podría ser legítima tal elección del cónclave;
b) por las condiciones bioespirituales del elegido, pues para
investir la suprema magistratura de la Iglesia se requeriría un cierto nivel de
normalidad en el sujeto elegido (por ejemplo, no podría ser electo un cardenal
ciego, o un impedido mental, o un homosexual, etc.); c) por el trámite
formal de la elección, en la medida en que pudo violarse la autenticidad y
normalidad de las circunstancias conclavísticas para imponer a la Iglesia un
falso papa demoledor.
Ahora bien, las tres posibilidades enunciadas
esquemáticamente, en (cuanto a la nulidad inicial de este pontífice.
requerirían una exhaustiva indagación, cosa hoy prácticamente imposible con
excepción tal vez del primer apartado: "Doctrinas heréticas del cardenal
Montini", y se enfrentarían por lo demás con un consenso mantenido sin
variación durante siete años. Sin embargo, en el vasto mundo enfervorizado hay
quienes sostienen con intrepidez y fundamentos tales interpretaciones,
precisamente en homenaje a una total coherencia doctrinal y a una defensa
lúcida de la FE y la AUTORIDAD. Aquí en la Argentina sólo el mencionar este
tema provoca aullidos, retorcimientos, rasgado de vestiduras pseudo doctorales,
improperios e insultos. Pero las "cuestiones disputadas" pertenecen
al orden de la inteligencia de la FE, y no al criterio de una gendarmería
teológica que esgrima la banderola de la AUTORIDAD para impedir la vida
verdadera de la Iglesia. La FE no es una venda; es un acto de posesión del
MISTERIO TEANDRICO, con su margen de inteligibilidad, claroscuro y total
penumbra inaccesible. Moverse en esa entrañable dimensión con un cierto
fundamento, con una cierta coherencia y un cierto designio constructivo, tal ha
sido la magna labor de los grandes siglos teológicos. Dejemos pues los aullidos
y los improperios: enfrentemos con decisión estas coyunturas dramáticas en la
vida de la FE y de la IGLESIA.
Pasemos ahora a discriminar los matices en aquella posición
que sostiene la legitimidad del acceso de Montini al pontificado y por lo tanto
la legitimidad inicial de Paulo VI, 262º sucesor de San Pedro en la sede
romana.
Aquí distinguiríamos a su vez tres interpretaciones
fundamentales en las que en realidad están repartidas las tendencias más
importantes en la Iglesia de hoy.
En primer lugar, quienes unen de un modo
absoluto y solidario legitimidad inicial y continuidad ininterrumpida de la
jurisdicción pontificia en Montini, y no pueden concebir ni admiten posibilidad
alguna de que cese tal jurisdicción, legítimamente asumida. Sólo la muerte deja
vacante el pontificado. Se unen en esta posición tradicionalistas (Danielou),
progresistas (Suenens), con todos los matices imaginables.
En segundo lugar, los que distinguen actos legítimos e
ilegítimos (o írritos) de Paulo VI: mantienen pues la legitimidad
jurisdiccional de la persona, pero la invalidan en circunstancias concretas.
Cuando éstas ocurren obraría pues, no el pontífice sino J. B. Montini.
Convivirían entonces en un mismo sujeto actos legítimos (pontificios), actos
ilegítimos (montinianos) .En esta interpretación podría valer la fórmula
clásica: PAPA HAERETICUS, EST DEPONENDUS.
En tercer lugar los que reconociendo la legitimidad inicial
de Paulo VI, sostienen que ha caducado o la ha perdido, con todos los
privilegios, incluida la infalibilidad, por causa de herejía formal continuada
y explícita. El pontificado pues estaría vacante desde un momento dado, y se
cumpliría por lo mismo en el caso de Paulo VI la fórmula clásica: PAPA
HAERETICUS EST DEPOSITUS.
Esquematicemos ahora en un cuadro sinóptico toda la
problemática:
1 - Paulo VI falso papa ab initio:
a) por herejía
b) por deficiencia del sujeto
c) por nulidad del procedimiento
2 - Paulo VI legítimo papa ab initio:
a) mantiene en bloque legitimidad y continuidad
b) a veces legítimo, a veces ilegítimo
c) cesó de ser papa en un momento dado; ahora es FALSO'
Podríamos ejemplificar todos los apartados, con oportunas
consideraciones y discrepancias. Alargaríamos innecesariamente esta nota, sin
agregar mayores luces a la problemática misma. Dentro del apartado 2. a) se
inscriben la casi totalidad de los tradicionalistas y la casi totalidad de los
progresistas: están pues asidos a la cúspide de una autoridad equívoca, lo que
permite el movimiento dialéctico de Paulo VI y su diestra conducción de
heresiarca. La Iglesia es destruida mientras lloran obispos, cardenales, laicos
y el propio Montini ¿Quién la destruye? Mysterium iniquitatis, dicen
los más audaces.
Dentro del apartado 2. b) podemos mencionar las posiciones
matizadas del padre De Pauw (Catholic Traditionalist Movement-Estados Unidos),
y el padre G. de Nantes (Contre-Réforme Catholique au XXe. Siecle-Ftancia).
El padre De Pauw rechaza de plano y totalmente la "Nueva Misa", pero
exime a Paulo VI de la responsabilidad formal y explícita de su contexto
herético. No admite que se discuta la continuidad válida del pontificado de
Paulo VI, aunque admite que se señale la falsedad de sus supuestos actos
pontificios. Habla pues de our
unaltered belief in the continuity of papal authority, y dice así: This
concept of the continuity of papal authority appears to me, at least from a
pragmatic viewpoint, to provide us with even more spiritual strength and
justification for our NO! to the New "Mass" than all the juridical,
moral and dogmatic reasons we will discuss later in this netvsletter! (Este
concepto de la continuidad de la autoridad papal resulta para mí, al menos
desde un punto de vista práctico, la condición que nos permite un mayor vigor
espiritual y una mayor justificación para nuestro NO! a la "Nueva
Misa", que todas las demás razones jurídicas, morales y dogmáticas,
examinadas más adelante... Cf. Letter, Spring 1970, pag. 9).
Sostiene el padre De Pauw que la Iglesia es un barco que ha
sido asaltado, y cuyo capitán, es decir Paulo VI "is held captive by a
mutinous crew issuing false orders in his name". (Es prisionero de una
tripulación amotinada, que da órdenes falsas en nombre del Papa. Cf. Las
declaraciones alSt. Lonis Globe Democrat, june 20, 1970)
Las órdenes que emite Roma en múltiples y delicadas
cuestiones son pues falsas, pero el pontífice ha sido, es y será legítimo y
verdadero hasta su muerte; deben ser resistidas esas órdenes, pero debe
defenderse también la legitimidad de Paulo VI.
El padre G. de Nantes subraya como dijimos la diferencia
entre actos paulinos (por ejemplo, Encíclica Mysterium Fidei) y
actos montinianos (por ejemplo Reunión con el Congreso Mundial de
iglesias en Ginebra). Adscrito al parecer a la fórmula PAPA
HAERETICUS NON EST DEPOSITUS, SED DEPONENDUS, defiende en última instancia
la legitimidad actual de Paulo VI, que seguiría siendo verdadero Papa. Sin
embargo parecería inclinarse cada vez con mayor fuerza a sostener el carácter
herético de Montini-Paulo VI, si nos atenemos a sus afirmaciones, concluyentes
en su estudio sobre el "Catecismo Holandés" (Contre-Réforme,
nº 35, agosto de 1970)".
"Le silence de l'Autorité supreme de l'Eglise est. a
1ui seu1 une complicité avec l'Héresie, et il porte un coup mortel a la foi (
...). En face de cette conjuration de l'Hérésie moderniste et des Pouvoirs
Supremes de l'Eglise, que pouvons-nous, que devons- nous faire? (...). Ou bien
perdre la foi, en maudissant les Papes e Eveques des siecles passés, qui ont
preché et imposé comme vérités divines ce qui est maintenant tenu pour des
opinions dpassés et des fables inconsistantes [ ...] .Ou bien tenir cette
immuable et sainte foi catholique, et persister a l'opposer fermement aux
nouveautés pernicieuse du Modernisme, non pas au nom de nos misérables
personnes, mais au nom de l'Eglise, et ce, nonobstant le silence criminel du
Pape et des Eveques. Est-ce a dire que nous condammions ceux-ci par notre
jugemente propre? Non ce n'est pas nous qui les condammons, mais en nous la foi
de l'Eglise qui ne s' affirme et persiste, qui ne trouve de passage et d' issue
en nous qu'a travers l'Anatheme. Ce que notre foi effectue spontanément, il
faudra que l'Eglise future décide de le faire infalliblement quand elle voudra
restaurer dans le monde l'unique et immuable sécurité de sa Foi
catholique". Es difícil conciliar el "silencio
criminal" del Papa y su supuesta legitimidad actual; pues este silencio
criminal se refiere a la sustancia de la Fe, y no a un detalle accidental o
complementario. No se comprende entonces cuál sería el límite impuesto por la
doctrina, para que cesara este "crimen" y la Iglesia recobrara su
vida verdadera.
Desde un comienzo, en la intrincada cuestión doctrinal,
hemos sostenido la fórmula Papa haereticus est depositus. Hemos
convergido, sin saberlo al principio, con los que en Francia publican Trompettes
de Jericho, y que hemos dado a conocer por diversas referencias. Las
pruebas de la herejía formal y explícita de Paulo VI son abundantes; pueden
encontrarse fielmente probadas en De Nantes, De Pauw, y sus respectivas
publicaciones; enTrompettes de Jericho, Das Zeichen Mariens,
etc. Sostenemos pues la legitimidad de la elección de Paulo VI, el cual fue
Papa legitimo hasta la signatura del concilio herético Vaticano II, que aunque
.pastoral introdujo por su nominalismo teológico la herejía modernista
implícita; de aquí arranca todo el drama histórico de la Iglesia, si no todo el
drama místico.
En efecto, al morir Juan XXIII el concilio estaba
automáticamente clausurado. De Juan XXIII podemos decir que toleró y fomentó la
herejía, aunque no la signó y confirmó (al menos así parece) .Paulo VI,
legítimamente electo reabrió el concilio y signó su nominalismo
herético-modernista, y con esa seudo ley en la mano (que llamamos herejía
implícita) procedió a desatar la herejía explícita, conducida por su autoridad
personal, caduca en realidad desde ese mismo momento. Los ejemplos de herejías
explícitas de Montini-Paulo VI son tan numerosas y graves, que convencen a
cualquiera que honestamente considere la situación actual, sobre todo después
de la abolición de la misa católica ( es decir, después. de la abolición de la
Eucaristía, que defendió en un supuesto documento tradicionalista) .
Todo ello es, en la Iglesia, simplemente írrito. Paulo VI ha
cesado de ser pontífice y es desde la fecha de la signatura del Vaticano II
hasta ahora FALSO PAPA y POR TANTO TODOS SUS ACTOS, RESOLUCIONES, DOCUMENTOS,
CARECEN DE VALIDEZ JURISDICCIONAL, CANÓNICA, RELIGIOSA, ECLESIÁSTICA, o como
quiera decirse: PAPA HAERETICUS EST DEPOSITUS. La Iglesia está sometida al
poder de un tirano, que inviste los poderes de la Monarquía Teológica, para
subvertir LA FE y DESTRUIR LA IGLESIA.
Coinciden sustancialmente en esta posición, como ya he
dicho, Les Trompeutes de ]ericho (Francia), las que al
establecer la herejía y el cisma de Paulo VI, consideran asimismo vacante el
pontificado, con oportunas y definitivas reflexiones, confirmadas ahora por la
parodia de "nueva misa".
He expuesto con entera objetividad el conjunto ciertamente
denso y difícil de una problemática, que no por dolorosa deja de pertenecer a
lo más entrañable de la Fe; he puntualizado las diversas posiciones y matices,
propuestos hoy en el mundo. Señalo además con entera franqueza cuál ha sido y
es mi posición, que por modesta que sea mi persona, no cesa de tener
significación doctrinal: DE DOCTRINA SE TRATA, NO DE PERSONAS.
Desde luego lo que enfrentamos es tremendo, y más tremendo
aun lo que se deduce de los diversos apartados enumerados y puntualizados. Sin
embargo, estimo que al establecer con fundamentos la posibilidad de la
"vacancia del pontificado" y al señalar como probable que esos
fundamentos explícitos en la coyuntura del actual pontífice determinan sin
equivocidad posible la caducidad de su jurisdicción, nos colocamos en la línea
de mayor claridad histórica. En efecto, más allá de la catástrofe que parece
avecinarse, se discierne también la salida, en la medida en que habrá de
hacerse consciente en la Iglesia la reconstrucción ulterior de la autoridad
doctrinal de un pontífice legítimo y realmente "católico". Otras
soluciones, serán siempre contrarias a la verdadera Tradición.
Publicado por Ediciones Hostería Volante